Estados Unidos de América tenía dos reglas importantes:
1.- No te metas en escándalos.
2.- No te acerques a Rusia.
Y había roto las dos en menos de una hora.
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Se encontraban dos cuerpos desnudos bajo la oscuridad de la noche, apenas iluminados por la escasa luz de luna, moviéndose desesperados uno contra otro después de un largo día de trabajo. Cada uno buscaba su propio placer y al mismo tiempo tratar de hacer sentir bien a su pareja.
Se escuchaban gemidos altos, sonidos húmedos de los besos y choques de piel con cada embestida que Rusia le ofrecía al cuerpo del estadounidense, quien mordía su labio inferior como muestra del placer que sentía. Sus manos permanecían aferradas a las sábanas, apretandolas con fuerza.
―R-rus―pasó ambos brazos por debajo de los de su esposo y lo acercó a su cuerpo―. ¡A-ahí!
Rusia gruñó sobre su oído cuando sintió las paredes del mayor apretarse alrededor de su cuerpo. Se empujó sobre su cuerpo dando un certero golpe que hizo chillar al rubio.
USA lo aventó ligeramente hasta que estuvo encima de su esposo. Abrió sus piernas para acomodarse sobre su cadera y se inclinó por un beso mientras rozaba su trasero contra el pene del menor que permanecía envuelto por un condón.
Sus labios se juntaron en un beso delicado, muy diferente a las acciones que hacían momentos atrás.
Rusia sujetó su cintura con fuerza profundizando el beso. Metió su lengua, tanteando el terreno hasta que el más bajo se separó.
El ruso se movió sobre la cama, viendo a USA con sus ojos brillosos por el deseo, pero se volvió a quedar quieto cuando sintió los delicados dedos cubrir la raíz de su pene alineándolo para a entrar de nuevo en su amante.
Ambos soltaron el aire que retenían mientras USA se movía suavemente, bajando hasta estar completamente lleno. Dejó marcas de uñas sobre los hombros del pelinegro.
Pero apenas dio la primera embestida, USA se corrió sobre su abdomen causándole un inmenso sonrojo del que el ruso casi se rie.
―¿Estás muy sensible, no?―acarició su cadera, pasando los dedos por su pierna.
―Silencio―presionó el índice sobre los labios del pelinegro, metiéndolo un poco hasta rozar con su lengua.
Soltó un gemido lleno de gozo cuando Rusia comenzó a empujar hacia adentro y hacia afuera. Levantó su cadera hasta que sólo quedó la cabeza dentro y volvió a bajar.
Poco a poco el ambiente se volvía a llenar de sonidos llenos de placer. Sus nombres eran susurrados llenos de amor y una pasión indescriptible. A USA no le gustaba que Rusia se quedara callado mientras tenían sexo, por lol que oir que también disfrutaba de eso le era gratificante y lograba encenderlo más.
Y entonces un llanto rompió a mitad de la noche, alertando al par de amantes que se separaron casi de inmediato.
―Es Freya―Rusia suspiró con desgano. Acarició los labios del mayor con la yema de sus dedos y palmeó su trasero para que se bajara―iré a verla. Vuelve a la cama.
