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USA estuvo leyendo hasta que la medianoche llegó y no pudo controlar el llanto

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USA estuvo leyendo hasta que la medianoche llegó y no pudo controlar el llanto.

Odiaba el libro.

Odiaba al autor.

Odiaba a Rusia por ponérselo en su librero y tentarlo a leerlo.

Trató de callar su llanto con una almohada pero lo único que consiguió fue que terminara toda mordida y llena de saliva y lágrimas. Se trató de poner de pie y al recordar el libro volvió a dejarse caer en la cama.

― Odio mi vida.

Oh, nunca un libro le había afectado tanto antes. Quería acostarse entre las cobijas y no volver a salir jamás.

No volvería a leer.

Empezó a reír entre el llanto y colocó la mano sobre su pecho sin terminar de creer lo que unas cuantas hojas y letras le hicieron.

Por fin se puso de pie y alcanzó unas pequeñas toallitas para limpiarse la cara. Vio el reloj en la pared que marcaba estar cerca de la una de la mañana y suspiró. Una sonrisa malvada surcó su rostro mientras terminaba de calmarse.

Regresó a su cama dando saltitos y tomó su celular.

Hizo una llamada y esperó a que contestaran.

― ¿Si?―una somnolienta voz respondió del otro lado.

Ruuuuusky. Tengo daño psicológico por tu culpa y por la próxima hora me vas a escuchar quejarme sobre un libro.

― ¿Qué?―se escuchó el sonido de las sabanas y luego un bostezo―. América... ¿tienes idea de qué hora es?

USA verificó el reloj y sonrió. ―La una con dos minutos.

― Si...― dijo―... y no sé si sabes que a esta hora la gente, ya sabes, duerme.

― Dormir está sobrevalorado, Rusia. ―Miró sus uñas haciendo una nota mental para pintarlas de otro color―. Puedes hacer cosas interesantes en la noche más que dormir.

USA no podía verlo, pero tenía la seguridad de que Rusia estaba masajeando el puente de su nariz. Tendía a hacer eso cuando se fastidiaba.

― ¿Qué quieres, América?

Puees, al parecer mi misión en la vida es atormentarte. ― Dijo―. Así que aquí estoy.

― América. ―Volvió a suspirar.

Debió hacerle caso a Alec y huir a la Antártida, pero Rusia decidió ser valiente y afrontar al estadounidense. Se arrepentía mucho. Su abogado siempre tenía los mejores consejos.

Ambos guardaron silencio.

― ¿Qué sucedió? ― se animó a preguntar el eslavo. No quería poner las cosas más incomodas entre ellos con colgar.

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