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Suiza sólo pudo empeorar con sus síntomas conforme pasaban los días y Gustavo estaba más irritado que nunca por eso

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Suiza sólo pudo empeorar con sus síntomas conforme pasaban los días y Gustavo estaba más irritado que nunca por eso. ¿Por qué la representación era tan necia y no iba a revisarse? Los síntomas eran menores que antes, pero seguía preocupado. Las naciones no morían pese a que hubiese algún grave problema en su territorio o con su gente, y en ocasiones esto apenas les causaba un resfriado, así que realmente no pensaba que pudiese morir, pero la preocupación persistía.

Suiza siempre fue una persona de piel pálida, sin embargo, nunca llegó a verse tan enfermo como ahora.

Y sí, Gustavo estaba siendo un hipócrita porque él mismo se negó a usar un tratamiento para su propia enfermedad y ahora no quería decirle a su novio que en realidad no tenía grandes resultados. ¡Qué más daba! ¡Sería un hipócrita!

Dejó el vaso de agua tibia sobre el lavabo mientras lo ayudaba a levantarse del suelo. Lo sostuvo por los brazos y lo obligó a sentarse en la orilla de la bañera. Le entregó el agua para que bebiera y bajó la palanca del retrete tras soltar un suspiro.

¿Qué tan mal eran las cosas como para que vomitara?

―¿Ocurrió algo en tu territorio para que estés así?―cuestionó con una mirada llena de preocupación.

Suiza balanceó la mano derecha en el aire, restándole importancia a la situación.

―¿Qué podría pasar? No quiero sonar presuntuoso, pero ¿recuerdas quién soy?

Gustavo rodó los ojos.

―¿Quieres que te traiga una pastilla para las náuseas o algo?

Suiza negó.

―Estoy bien así.

―No lo creo.

El humano vio con incredulidad como su amante se ponía de pie tambaleándose y se agarraba al lavabo con los ojos llenos de lágrimas.

―Debo-

―Deja de ser necio, Gustavo, no iré―pasó una mano sobre su frente para limpiarse el sudor―. Aprecio tu preocupación, pero yo puedo hacerme cargo de mí mismo.

―¿No entiendes cómo me siento?―puso una mano sobre su pecho, luciendo muy dolido―¿recuerdas cómo te sentías cuando decía que ya no quería vivir y me negaba a entrar en un tratamiento? ¡Pues así es como me siento ahora!

―Yo no me estoy muriendo―susurró―lo que tengo no ha de ser grave.

―¡Eres...!―dio media vuelta sobre sí mismo y luego se detuvo y sostuvo las mejillas del suizo entre sus manos―sé que no estás muriendo, pero eso no hace que deje de preocuparme.

Suiza se giró, quedando su espalda contra el abdomen del menor. Gustavo enredó sus brazos alrededor de su cintura y apoyó su cabeza en sus hombros.

―Por lo menos subiste de peso―dijo con voz cansada al notar ese detalle de su cuerpo.

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