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Suiza estaba en Bielorrusia

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Suiza estaba en Bielorrusia. ¿Por qué? Bueno, no tenían idea. USA intentó buscarlo como parte de su promesa, pero falló estrepitosamente y terminó pidiéndole ayuda a ONU, quien a base de chantajes y amenazas, acudió a verlo.

Pero ahora ambos estaban atrapados en territorio bielorruso debido a las tormentas eléctricas que cancelaron los vuelos.

Y Suiza seguía sin aparecer.

Por lo menos Bielorrusia era una chica amable que no dudó en recibirlos y abrigarlos al notar lo empapados que estaban.

Bielorrusia vivía en una modesta casa junto a Minsk, que cuidaba de ella cuando su jefa permanecía en la isla junto a su esposo. Esta estaba a las afueras de la capital, al parecer muchas representaciones compartían el gusto por eso.

Era un lugar muy hogareño a la vista.

―¿Dónde está tu hija?―ONU cuestionó mientras se arremangaba la camisa y secaba su cabello.

―Duerme en el piso de arriba―dijo con una sonrisa―. ¿Quieren algo para beber?

―Un té está bien, si tienes―USA agitó sus pies, tratando de quitarse el exceso de agua―.

ONU declinó la oferta y se quitó las prendas superiores, quedando con el pecho descubierto, que medio cubrió con la toalla amarilla que le fue entregada antes.

―Minsk―Bielorrusia llamó a su asistente―. ¿Puedes checar en la antigua habitación de Brest para ver si todavía queda algo de su ropa que podamos prestarle a ONU y Ame?

La capitalina asintió y giró hacia el pasillo para buscar lo encomendado.

―Tenía tiempo de no oír ese nombre―USA dijo tras secarse el cabello. Tomó algunos mechones rebeldes y los colocó detrás de su oreja. Odiaba mojarse por eso. Parecía que el pelo cobraba vida propia y desobedecía las acciones de USA para peinarlo.

―No le gusta meterse en problemas desde la firma del tratado en el dieciocho y su ruptura con Vilna.

―Eso fue hace más de cien años―se recargó en el respaldo del sofá―tú ni siquiera habías nacido.

―Pero me gusta saber sobre mis ciudades―sirvió el agua caliente y comenzó a prepararla.

―¿Nunca volvieron a hablar?―USA alcanzó a ver a Minsk salir con varias prendas en sus brazos.

―Brest es muy rencoroso y Vilna muy orgulloso como para hablar. Cuando me reúno con Lituania evita ir lo más que puede y llegó al punto en que decidí dejar de insistir. Papá no pudo arreglarlo incluso cuando eran un sólo país, ¿cómo voy a poder yo?

―Gracias―USA agarró una camisa color vino y un pantalón beige algo holgado.

ONU le sonrió a Minsk y también sujetó las prendas ofrecidas.

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