Capitulo 9

323 10 0
                                    

Darren

Dejo a Devon en su casa sin entrar a saludar a Arya y René, tengo el tiempo contado para llegar a la mía sino quiero ganarme otro castigo por parte de Ralph. No he dormido nada, pero mi mejor amigo si, razón por la que son las cuatro de la tarde y apenas voy en camino a mi casa. Espero que Ralph no haya llegado, las marcas en mi piel apenas me están sanando para que haga unas nuevas o maltrate las anteriores. No quiero que joda el buen humor que tengo gracias a lo que casi ocurrió anoche en la fiesta con Alice.

La universidad queda cerca, estamos en la misma ciudad, solo que la casa de Devon y la mía están ubicadas a las afueras y los ranchos mucho más lejos, en el área ganadera. Puedo venir fácilmente a dormir cada noche a la casa, pero no lo haré cuando mi padre paga una residencia.

Lo único bueno que ha hecho en su puta vida por mi.

Alejarme de él.

Fue una buena semana, no me voy a quejar ni dejar cambiar el humor solo porque tengo que convivir hasta el lunes en la mañana con mi verdugo.

Devon no dejo de burlarse los minutos que tuvimos de camino por mi buen humor, que solo tiene como apodo ángel y todos los demás la llaman Alice Thompson, si anoche no nos hubiesen interrumpido quizás nos habriamos besado y el solo pensamiento me inquieta, porque lo deseo demasiado.

Después de ser interrumpidos en la habitación de billar, me dedique a tomar cervezas sentado en uno de los sillones de la parte de debajo de la casa ignorando la charla forzada de una de las chicas que me presento Alice de nuestra clase, que quería que la llevara arriba y estuviera entre sus piernas, para resumir toda la basura que me dijo antes de soltar la razón que la tenía hablándome sin respirar si quiera cuando yo tenía mi mirada fija en mi ángel que se alternaba a bailar entre mi amigo y el suyo. No se bailar, de saber no la hubiese soltado en todo lo que quedó de la noche, por lo que tuve que conformarme solo con mirarla a lo lejos. El sentimiento no le gusto, no la quiero lejos de mi alcance, tampoco lo voy a permitir. Pude sacarme las ganas de ella con la chica cuyo nombre no recuerdo, o con Azalea que la vi paseando su generoso culo por todo el lugar coqueteando con unos pobres idiotas, pero eso solo lo haría peor. Ante la propuesta de la chica sin nombre solo negué con la cabeza, ella molesta se puso de pie y seguramente busco a otro con quién hacerlo. No la crítico ni juzgo, sino hubiese conocido a Alice, habría aceptado ir con ella, o no, porque seguramente estaria ocupado con Azalea.

Tomo aire y me bajo del auto. Mi padre ya está en casa, que novedad, y aún no es la hora de la cena. Hoy decidió joder desde temprano.

Las empleadas me reciben apenas entro a la casa señalándome el camino a la oficina de mi padre, como un claro mensaje que me está esperando. No traje maletas porque solo me quedaré dos días en total y ya tengo ropa aquí, Ralph no quiso que me la llevara toda.

Como si me fuese a escapar. Es tan patético.

Abro la puerta de su oficina sin molestarme en tocar antes, conozco con detalle este lugar, es donde mi padre me ha estado consumiendo con sus castigos todos estos años.

—¿Ya se te olvidó lo que es tocar las puertas? —Me regaña, tomo aire para no responderle, me siento frente a él fingiendo la tranquilidad que perdí cuando entre a la casa hace unos minutos. Detesto todo de este lugar—. ¿Cómo te fue en la primera semana?

Cualquiera pensaría que es un padre atento, no lo es el caso, necesita que me gradue para tomar el control del rancho, cosa que no haré y que él no debe saber porque lo necesito para que siga costeando mis gastos de estudio.

—No se me dificultara —respondo, no es lo que me hubiese gustado estudiar, pero admito que entiendo el material que ví esta semana, claro, no soy tan inteligente como Alice con el dictador.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora