Capitulo 32

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Alice

¿Cómo es que Hendrik no me lo dijo? No era muy difícil mencionar que no estaba solo viviendo en Austin, sino que ademas de Tania lo acompañaban Devon y Darren. Los tres trabajan en la empresa, soy su jefa, ya mi secretaria me verifico la información que necesitaba para agobiarme con lo que representa para mi enfrentar lo que deje tras hace seis años. Y yo que convencí a Isaac de venirnos aquí a establecernos finalmente, despues de tanto mudarnos de una ciudad a otra.

Quiero salir corriendo por la culpa que me recorre el cuerpo, su impresión fue tanta que rompió la copa y me vio como si fuese un fantasma, y a Milán... Deseo empacar nuestras cosas e irme lejos con mi familia, como nos hemos mantenido hasta ahora, pero no, tenía que dejarme convencer por mi hijo sobre desear ver con más frecuencia a su tío y abuela, porque ve a Tania como una.

—Chiquita, ¿que te ocurre? Estás extraña desde el encuentro con Hendrik, pensé que te alegraria verlo.

Me abraza por la espalda, el agua lleva no sé cuánto tiempo cayendo encima de mi cuerpo.

—¿Ya se durmió, Milán?

—Si, Alice, no me cambies el tema.

Suspiro.

Nuestra relación no inicio de la manera más convencional, pero tenemos seis años de casados y el amor es proporcional a la confianza que nos tenemos.

—¿Recuerdas del chico que te hable cuando fuimos de viaje a Manarola por primera vez?

La única vez que le hable de él, de Darren y de mi pasado.

—El del anillo —Besa mi cuello distrayendome—. ¿Es él que dejo caer la copa? —Asiento entretenida con sus labios sobre mi piel, siempre sabe como bajarme el estres—. Creo que aún no te olvida.

Lo sé. Sus ojos me lo dijeron.

—No digas eso, he estado deseado todo tiempo que si lo hiciera.

—Si, recuerdo que lo mencionaste cuando lanzaste el anillo al mar con las cenizas de Fernanda —Ya no me puedo concentrar, ni recordar cual era mi preocupación inicial, me masajea los senos—. ¿Que hay del hermanito para Milán?

Todo lo anterior se me olvida, mi atención esta en lo que mi esposo hace en mi cuerpo.

—¿Me vas a inclinar frente al mar de nuevo?

Se ríe sobre mi piel erizandomela.

—A Milán no lo hicimos en Manarola, cariño.

—Lo se, fue en Milán, solo que me gusto que me inclinaras frente al mar.

—¿Y como le ponemos «Mar»? —Se burla, me quiero quejar por su ausencia pero rápidamente me presiona dejándome con el rostro pegado a la pared fría de la ducha—. Te inclinare aquí y en la cama te lo metere por el culo.

—¡Isaac, no! Mañana tengo que ir a la oficina y no lo haré caminando como un pato.

—¿Quieres que te lo haga aquí?

Gruño un «no», porque me dejara caminando peor. Se ríe y me embiste, mi cuerpo choca con la pared violentamente. Cuánto disfruto esto. Si quiero que lo haga aquí y en la cama, quiero todo lo que hacemos asi me deje adolorida porque en el momento solo me llena de placer.

Mi historia con Isaac Donovan inicio la tarde que decidi robar las cenizas de mi mamá, él fue quien me abordo en el bar, luego me llevo de compras y a su hotel. No salimos de su habitación en una semana despues de esa noche, estuvimos ocupados en su cama, balcón, pared, piso, mesa, silla, sillones, ducha, me lo hizo de tantas maneras posibles, no se cuantos orgasmos obtuve en esa semana, había una buena química sexual y lo reconocimos sin temor alguno. Una noche solo se rompió el preservativo y en vez de salir corriendo por una píldora de emergencia, me abrazo y comenzamos a buscar posibles nombres para nuestro hijo.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora