Capitulo 40

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Darren

No es sano, si lo que necesito para soltar a mi manera. Me excuso para ir a acostarme en la habitación unos minutos por un supuesto dolor de cabeza, Astrid se ofrece a acompañarme, con mucha sutileza le pido que disfrute mientras yo me mejoro para hacerlo junto con ella. Una promesa que le voy a cumplir, hemos dormido juntos, sin embargo, no la he tocado en todos estos días, lo voy a intentar, porque tengo que dejar de verla como solo sexo.

Bajo las escaleras y no camino a las habitaciones de huespedes, lo hago hacia la principal que está escondida al fondo del pasillo, frente a otra con el nombre de mi hijo en la puerta, me siento al lado de la puerta principal. La habitación de Alice e Isaac dónde han estado encerrados desde hace más de dos horas, todos nos imaginamos haciendo que, después de lo que frente a todos...

El nivel de descaro y poca vergüenza no tiene límites en ellos, y el problema está en que sigo deseando ser yo el que la tenga en su regazo, tocándole su pequeño culo y jugando con sus senos desnudos frente a todos, por la posición no se veía, sin embargo, no hay que ser adivino para saberlo. Yo estuve debajo de ella y se como se comporta su cuerpo, lo estaba disfrutando.

Hendrik y Devon estaban con Milán dormido en los brazos del primero lejos de nosotros, en cambio Astrid, Geovenna y yo estábamos al frente de la escena, ellas retiraron la vista avergonzadas, en cambio yo la mantuve, recordando como era estar en su lugar, lo mucho que me satisfacía tenerla de esa manera, tímida, pero mía, ahora descarada que es más de lo que quería lograr de ella, me lleva a ese punto dónde lucho internamente entre mis deseos y el razonamiento.

Grabo en mi memoria lo que escucho salir de esa habitación, sus gemidos que ya no son provocados por mi, ni tampoco son tímidos, como se profesan su amor, las palabras cargadas de sentimientos, como piden hacerse más cosas que jamás logré con ella y de las que parece familiarizada.

No sé sacian, las casi dos horas que tengo sentado en el piso me están pasando factura, me seco con rabia las lágrimas que corren por mis mejillas, me repito que esto es lo que necesito para arrancarla de mi jodido ser, entender que no se puede, ni porque me guste la anterior ni la de ahora, no es para mí, esta embarazada de otro, ya solo nos une un hijo y este amor que le guarde por seis años debo desecharlo o transformarlo en cariño que un día nos lleve a una puta amistad, ella no es para mi y debo entenderlo.

La puerta de la habitación del frente se abre, me pongo de pie fingiendo que no estaba espiando.

Milán sale de la habitación flotandose los ojos grises tan iguales a los de mi ángel, llenos de inocencia. Los gemidos se siguen escuchando y me apresuro a regresar al niño a la habitación aprovechando que sigue medio dormido, no se queja se deja guiar por mi.

—¿Tienes sueño aún? —Le pregunto desde la puerta cerrando tras de mi, se acuesta en la cama.

Hendrik nos presento, porque su madre no tuvo la decencia de hacerlo, no es receloso conmigo, tampoco es como con Isaac a quien cree su padre, ni como con Hendrik que ve como un tío, soy un desconocido para él.

—Mi papá dice que debo dormir bien para crecer tanto como él.

Me muerdo el labio para no decirle la puta verdad, no podría lastimarlo, generarle esa confusión aún. Me tocará ganarme su confianza y cuando tenga lo que necesito, lo haré de frente, ocupando el lugar que me corresponde en su vida.

—¿Lo quieres mucho? —Frunce su pequeño ceño como si no entendiera—. A tu padre.

Asiente regalándome una sonrisa que me remueve la rabia que siento.

—Mucho es poco, no existe un límite, porque todo se queda pequeño —asegura, robándome el aliento por el nivel de madurez e inteligencia que tiene.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora