Capitulo 25

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Darren

Me siento inquieto, molesto y frustrado. El sentimiento que he dado mucho para lo poco que estoy recibiendo no me deja respirar bien, pensamientos que tengo gracias a los comentarios que Azalea no dejo de repetir en toda la noche.

Alice se olvido de mí por una fiesta, eso es un hecho. Estuve por tres horas mirandola bailar con todo el mundo, sin que me buscara entre la multitud que la rodeaba. Era su fiesta, ayude a organizarla porque quería verla feliz y disfrutando, pero no que por esa razón dejara de existir para ella. Me sentí como cuando Marietta me abandono, insuficiente para que me llevara con ella y en este caso para que solo me dedicara unos minutos para entregarle su regalo, el que muevo entre mis dedos mientras me fumo el tercer cigarrillo del día.

Estoy herido, aunque me cueste aceptarlo y si quiera pensarlo.

Dentro de unas horas regresaremos al campus, mi padre sigue de viaje como lo planifique, por lo que no tengo que ir al rancho, aunque lo quisiera solo para drenar de alguna manera lo que siento, que no es nada bueno.

—¡Hijo! —Escucho la voz de quien menos quiero ver ahora ni nunca.

Guardo lo que le compre a Alice en el bolsillo de mi jean para que no lo vea. Marietta se acerca con rapidez rodeándome con sus delgados brazos en un abrazo que me asquea. La aparto alejándola lo más que puedo de mí.

—¿Qué haces aquí, Marietta? ¿Me estas siguiendo? —La enfrento sin paciencia para soportar esto.

Finge parecer herida por mi actitud hacia ella abrazandose a si misma. No se que espera que haga, se fue dejandome con mi verdugo sin importarle que era apenas un niño. La detesto y justo este dia...

—No, Darren, no te estoy siguiendo, vine porque... —Camino hacia mi auto ignorándola. He tenido suficiente para este dia—. Hijo, escuchame...

Los tacones me hacen acelerar el paso, me subo en el auto cerrándole la puerta en el rostro que ya se encuentra cubierto de falsas lágrimas, su cabello rubio brilla bajo los rayos del sol.

—Unos minutos, hijo, lo único que te pido son unos minutos para explicarte...

—No quiero escuchar tus explicaciones, Marietta, no me sirven para nada. Olvidate de mi como lo hiciste todos estos años, dejaste de existir en mi vida el dia que me abandonaste sin mirar atrás.

Pongo el auto en marcha acelerándolo, dejándola atrás como lo hizo conmigo. Bajo el vidrio cuando ya me encuentro lejos para que al menos el olor en mi ropa no sea tan intenso, no es que me importe, nunca lo ha hecho, llevo años fumando solo en momentos dónde siento que necesito la nicotina para relajarme, pero a ella no le gusta, note su expresión cuando me vio con el cigarrillo en los labios, si estaba medio ebrio, no tanto como ella. Agradezco que uno de los cuatro estuviera más consciente para saber reaccionar y sacarla de ahí para que descansara, no se movió ni siquiera de la cama hasta que se despertó hace unas horas, en cambio yo no pude dormir nada, las horas se me fueron en el balcón fumando y viendo a la nada repitiendo en mi mente lo ocurrido en la fiesta.

Tomo aire varias veces en todo el camino que recorro desde el estacionamiento donde deje el auto hasta la habitación que tuve que alquilar anoche con Alice desmayada en mis brazos. El encargado casi llama a la policía pensando que estaba asi por drogarla, no termine durmiendo en cárcel porque Alice decidió revivir solo para reconocerme asegurándole al hombre calvo que era su novio. Solo ese idiota le cree a una ebria.

Abro la puerta de la habitación encontrandomela saliendo del baño con su cuerpo cubierto solo por una toalla, aparto la mirada dejando su comida sobre la mesa, no he comido ni tampoco deseo hacerlo, no tengo hambre, pero ella seguro si y con todo lo que vómito lo necesita para reponerse.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora