Capitulo 4

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Alice

Hendrik me deja atrás apenas salimos del salón arrastrado por unas chicas con sonrisas coquetas. Algunos compañeros me saludan y les devuelto el saludo sonriente mientras saco mi teléfono del bolsillo del jean para llamar a Carina. Lo ocurrido con el profesor Hartford por nuestra llegada tarde, nos puso en el ojo de todos los demás compañeros de esa clase. Siempre hemos sido muy sociables, no me molesta la atención, es lo que toda la vida me inculcó Iván. Es necesario para los negocios. Y a diferencia de los Thompson que se nota que es forzado, a mí me sale natural, al igual que a Hendrik.

Suelto una risita al fijar mis ojos en los de mí amigo. Él le está huyendo a todas las chicas y ellas parecen perseguirlo. Nuestras compañeras que son dos, una morena y una rubia, lo tienen bien sujeto cada una de sus brazos evitando que pueda correr dejos de ellas. Le hago un puchero enseñándole el teléfono, asiente con la cabeza entendiendo la razón por la que está vez no lo ayudaré, al menos hasta que Carina me diga que mi mamá sigue bien.

Marco el número que después del de Hendrik es al que más llamo. La enfermera de mi mamá contesta al tercer tono. Recuesto mi espalda de la pared del pasillo para no seguir interfiriendo en el camino de los demás universitarios que transitan de un lado a otro.

—Mi niña.

Suelto un suspiro al escucharla.

—Hola, mami. ¿Cómo estás? ¿Cómo te has sentido? ¿Me extrañas? Porque yo si te extraño. Acabamos de salir de nuestra primera clase y ya nos regañaron por llegar tarde.

Se ríe haciéndome sonreír también. La voz se le escucha como siempre, suave y lenta, para no agotarse.

—Estoy bien, corazón. Carina me cuida bien, deja de preocuparte por mí.

No puedo, ni quiero.

Mis planes a futuro están basados en ella. En mi mamá. En su bienestar. Cuando me gradue lograre que Iván y Charlotte me permitan vivir tranquila bajo mis reglas y con mi mamá. Solo nosotras dos. Estar lejos de ella no me tranquiliza, parte de mi me regaña por no ser lo suficientemente fuerte para enfrentar a los Thompson, pero ya estoy aquí y por ahora no puedo hacer nada más de lo que ya hago. Mi mamá tampoco se tomaría bien un conflicto entre su esposo y sus hijas. Ella necesita tranquilidad, una que aunque no lo quiera reconocer la tiene en Austin, porque ni mi padre ni hermana pasan mucho tiempo en la casa.

—¡Carina! Alice pregunta si la extraño —Se ríe un poco más alto causando la tos que me borra la sonrisa—. Estoy bien, mi niña —Su voz se pone ronca por el ataque de tos—. La casa no es lo mismo sin ti ni Hendrik, Tania ha estado viniendo más extrañando a su niño.

Siento unos brazos que rodean mis hombros, escondo mi rostro en su cuello reconociendolo.

—Tambien te extraño, Fernanda. Dile a mamá que la amo, las amo a las dos y estoy cuidando muy bien de mi osita —dice mi amigo, empeorando la tos de mi mamá que intentaba ser una risa.

La dejo de escuchar desesperandome, Hendrik me aprieta más entre sus brazos acariciando mi cabello evitando que comience a llorar en medio del pasillo de la universidad.

Tengo que estar con ella. Mi mamá me necesita.

—¿Alice? —Escucho la voz de Carina—. Fernanda está bien, solo fue un poco de tos. Hace unas horas quiso estar en el jardín y había mucha brisa, pero no te preocupes que no es nada grave.

Quiero decir algo más, pero Hendrik me quita el teléfono agradeciéndole a la enfermera de mi mamá por la atención y prometiendo llamar dentro de unas horas cuando estemos en la residencia para saber cómo sigue mi mamá. Rodeo la cintura de mi mejor amigo repitiendome que esto es por nuestro bien a largo plazo, y que ella se mantendra estable mientras no estoy a su lado.

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