Capitulo 38

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Darren

Es difícil mirarlos y no sentir la envidia que me corroe el cuerpo entero, es una tortura ver como lloran juntos, se tocan y se besan demostrándome que no estan casados por intereses en común, no admitiré nunca las razones que me grita mi cabeza de su unión, el puñal que tengo clavado en mi pecho ya es lo suficientemente doloroso al saberla lejos de mi y sin ser mia, con otro que tiene todo lo que una vez desee con ella y ahora es un imposible que me envenena.

Tomo aire y me recompongo sintiendo la mano de Astrid en mi brazo, acepte subirme al jet como un reto personal, debo aprender a verlos y que ya no duela, a aceptar que lo que planeamos no fue ni será, y también intentar crear un espacio con Milán para obtener la muestra que necesito. Que haya tomado está decisión no indica que dejaré a mi hijo a un lado para que siga pensando que Isaac es su padre, ya tendrá otro hijo y otros más segun sus planes, que yo recupere el mío no debe significar nada para él, en cambio para mi representa todo, es lo que me queda de mi ángel, lo deseo conmigo compartiendo todo lo que su madre en su egoísmo no nos permitio.

—Te prometo que te haré feliz —susurra Astrid a mi lado, miro sus ojos castaños brillantes y llenos de emoción por mi decisión de estar juntos, me inclino para besar castamente sus labios delgados sin responderle, no creo que me salgan las palabras con todas las emociones que me llenan, una parte de mi quiere regresar el tiempo a cuando eramos solo mi ángel y yo, la otra me dice que debo dejar de hacerlo abriendo bien los ojos para que su indiferencia me ayude a dejarla atras. Es una lucha conmigo mismo.

—¡Astrid! ¡Darren! ¡Vengan con nosotros a conocer a la casa! —Nos llama Geovenna, del brazo de Alice como si fuesen las mejores amigas.

Astrid la mira con incomodidad, toda la conversación de su hermana gira en lo agradable que son los jefes y cuánto los admira, creo que son celos de hermana los que siente, toda la molestia que la novia de mi amigo sentía antes la olvido, creo que el factor de verla casada, con familia, y siendo atenta con ella, la tiene tranquila, además de verme junto a Astrid que siempre ha sido el motivo de sus comentarios llenos de reclamos que nunca le he pedido ni tampoco me importan.

—Si no quieres ir, podemos... —Comienza a decir mi acompañante nerviosa.

—Iremos —aseguro.

Entrelazo nuestros dedos notando la sonrisa llena de felicidad en sus labios, que comparte su hermana cuando nos ve llegar junto a ellos, Devon solo tiene alivio en sus ojos castaños y Alice ni nos mira.

Iniciamos el recorrido por el jardín de la casa que da a la playa, es una mansión. Menciona que pertenecía a los padres de Isaac, que no habían regresado desde antes de saber de la llegada de Milán, el espacio cuenta con una fuente y árboles frutales, es una casa con muchas hectáreas que nos toma tiempo recorrer en su totalidad. Cuando regresamos al área de la piscina, hay una mesa dispuesta con distintos tipos de quesos, frutas, embutidos, panes, vino y jugo para merendar.

—Es un sueño de casa —susurra Astrid, parece que quiso que fuese para ella pero su mente la tradiciono, se sonroja cuando su hermana suelta una risita—. Oh, lo pensé para mí.

—No te preocupes —Le dice Alice con un encanto natural, aún lo conserva bajo toda esa armadura de mujer altiva y fria—. No debes avergonzarte, estamos en confianza. Y si, es un sueño, tengo gratos recuerdos de este lugar, Italia es especial para nosotros.

Astrid suelta una risita nerviosa, me lleno la boca de queso para tener una excusa dónde centrar mi atención, no en que está siendo la Alice que conozco con Astrid, y no debería porque ella ya no es esa persona.

—¿No te incómoda? —Le pregunta Geovenna señalándonos a su hermana y a mi, creo que todos entendemos a lo que se refiere, Devon se ahoga con el vino—. Ya sabes, que sea la pareja de tu exnovio.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora