Capitulo 36

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Strom

Siento un odio irracional hacia las personas cobardes, tanto que de nuevo tendré que tomar parte del control para que no siga sucediendo lo que no debe.

Veo con indiferencia a la mujer que yace desnuda y dormida bajo las sábanas de mi cama, me asquea que este dejando su repugnante olor en ellas, tendré que quemarlas cuando se vaya. No es fea, sin embargo, es estúpida y está enamorada, eso la tiene a mi lado, por más desgraciado que sea con ella, no se va esperando un imposible de mi parte.

Sería tan fácil de usar para descargar mi rabia, pero no, no vale la pena ensuciarme las manos con ella, no por ahora, solo pensar que la toque me dan ganas de arrancarme las manos y otras partes de mi cuerpo que tuvieron en contacto con ella.

No la necesito, tampoco es que por el momento pueda apartarla, tengo que esperar un poco más. Mientras, cuando necesito saciar mis instintos más sádicos visito a otra estúpida que me deja tirar de su largo cabello negro hasta casi arrancarselo. Esa es otra que me permite hacerle lo que quiera, a ella también quiero apretarle el cuello hasta que la vida abandone su cuerpo, pero por ahora no lo hare porque la necesito para dejar salir lo que llevo dentro, tengo que conformarme con las pequeñas sesiones de asfixias a las que la he sometido casi quitándole la vida en más de una ocasión, es masoquista, le gusta sentir dolor y a mi infringírselo, mis cuchillos han dejado unas cuentas marcas en su piel, me gusta ver su insignificante sangre correr por su cuerpo, más cuando no se lo espera y el terror llena sus ojos. Esas han sido las mejores noches a su lado, que en algun momento llegaran a su fin.

Planeo matarlas a las dos, no me van a servir más cuando obtenga lo que deseo, que sera pronto. A la insípida en mi cama primero, la detesto, no veo el dia en que deje de respirar gracias a mi, no le dare el gusto que su vida termine de otra manera, es lo minimo que se merece despues de todo lo que he tenido que aguantarla.

Me pongo de pie entrando al baño, voy directo a la ducha que abro en el agua casi hirviendo, ahogo el grito de dolor. Necesito quitarme su asqueroso olor a fresas baratas, pronto tendré el que deseo, ese ligero toque a vainilla sutil y refinado, el que no me canso de evocar.

Apoyo mi mano de la pared sonriendo por la idea que acaba de cruzar mi mente, si tengo una prioridad con mi nueva lista, pero eso no evita que me divierta para dejar salir está rabia que siento con alguien más. Mi víctima número cuatro va a darme lo que necesito, llevo mucho esperando este momento, que lo adelante para sacearme no interfiere en mis planes.

La emoción por matar me hace terminar la ducha con rapidez, después de quitarme el olor a la insípida mujer en mi cama, la correría, sin embargo, no tengo el tiempo para verla llorar como la estúpida que es. No la soporto, sus ojos siempre llenos de ilusión cuando me miran esperando que le jure amor eterno. Es una aventura, un desquite y parece que su pequeña mente de retrasada no se lo permite procesar.

Me visto y bajo hacia la calle, lo que necesito no está aquí, si en otra zona segura, camino con total tranquilidad camuflajeandome entre los pobres inocentes que van despreocupados sin imaginarse que existimos personas como yo, que anhelan la sensación que produce arrancarle la vida a alguien. Tomo dos taxis y el último recorrido lo hago en tren, asegurándome de no dejar pistas que me puedan relacionar ni cabos sueltos.

Los años y la investigación que he ido haciendo meticulosamente sobre mi proxima victima, me han brindado más de lo que necesito para terminar de una vez por todas con su despreciable vida.

Al llegar, compruebo que tengo todo y que no haya entrado nadie, llevo años pagando el alquiler de este lugar sin que nadie pueda relacionarme con el hecho.

Me cambio la ropa que traia puesta, guardo todo lo que necesito en el bolso y me subo a la moto que mantengo también escondida por la zona en la que me encuentro. Conduzco por casi una hora, hasta el área llena de mansiones, mi víctima tiene una buena posición económica para permitirse una casa aquí, en la primera área, no en la quinta, dónde si están los verdaderos millonarios.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora