Capitulo 39

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Alice

Un fin de semana es muy poco tiempo para venir a Manarola, me arrepiento de no regresar antes, hemos estado muy ocupados con la empresa y llevando a Milán a donde ha querido de vacaciones para hacerlo, quizás la próximas lo logremos ya siendo una familia de cuatro, la idea me emociona y se que al comentarsela a Isaac sera igual, cumpliéndome como siempre el capricho. De todas las ciudades a las que he ido a lo largo de estos años, esta tiene un lugar especial en mi corazón y siempre lo tendrá, por lo que representó en mi vida y lo que es ahora mi presente.

Hay tanto por hacer que estos días no seran suficientes, ayer disfrutamos lo que pudimos de la casa, hoy lo hacemos desde el yate que posee mi nombre, fue un regalo de mi putito para mí tras nuestra boda, nunca escatimando para llenarme de sus detalles sin esperar nada más a cambio que sacarme una sonrisa.

Isaac Donovan hizo que me enamorara de él, no por sus detalles materiales, sino por sus acciones y la grandeza de su corazón. Conocimos lo peor del otro y no salimos corriendo, al contrario, nos hicimos compañía siendo el soporte que el otro necesitaba. No me case sintiendo algo más que atracción física por él y ahora el amor que hay en mi corazón es tan abrumador que no me niego a darle otros tres hijos más.

Lo dejo que me aplique el protector solar en la espalda, estoy recostada entre sus piernas y sobre su pecho desnudo desde hace unos cuantos minutos. Es mi manera favorita de tomar sol, aunque en su caso el bronceado le quede espantoso por tenerme encima, no es que lo necesite mucho, su piel ya es dorada por naturaleza.

—Milán nos está viendo —Le advierto cuando baja la manos a mi culo masajeandolo como si estuviéramos solos.

—Milán está dormido, ¿o es que no quieres que te vea tu exnovio? —Se burla.

No sé dónde están los demás, tampoco me importa mucho, lo que quiero lo tengo debajo de mí y a Milán seguro con Hendrik, los demás no me preocupa que nos vean siendo nosotros con libertad.

Me incorporo subiendo hasta sus labios, tiene lentes de sol cubriendo sus ojos verdes y yo también, sonríe con malicia apretando más mi culo. Me relajo en sus brazos, porque se que de estar Milán cerca no lo haría, siempre nos tenemos ganas, sin embargo, primero somos padres y traumar a nuestro muñequito no forma parte de lo que deseamos para él, por lo que nos cuidamos mucho de lo que hacemos y decimos frente a nuestro hijo mayor.

—¿Estas celoso, putito? Pensé que nadie podría llegar a causar eso en ti, ya que te crees el dueño y señor —Me burlo.

—Ya tuvieron historia, y no me gusta como te mira, ni como me está asesinando con la mirada justo ahora por tenerte encima de mí.

Dejo pequeños besos en sus labios carnosos haciéndolo sonreir. No me culpen por caer tan rápido con Isaac, es un espectáculo a la vista, todo él, por dónde se le mire, y esa seguridad mezclada con ego, solo le suma puntos, por muy extraño que suene.

—Enseñale que soy solo tuya.

Sonrie con malicia.

—Me encanta cuando te pones así de mala, chiquita.

La primera vez que usamos este yate, solo habían tres personas además de nosotros, tenían prohibido subir, porque arriba Isaac y yo estábamos desnudos y teniendo sexo en cualquier lado cada dos segundos. Mi favorita, inclinada frente al mar, como anoche en el balcón de nuestra habitación, y cuando aún no teníamos confirmado a Milán pero ya estaba creciendo dentro de mí, creo que ya es una tradición y como la disfrutamos.

Deje de avergonzarme hace mucho, estoy segura de mi cuerpo, he cambiado tanto que la Alice que ellos conocieron parece ser solo una leyenda sobre una niña sumisa, una pequeña ovejita, ¿ahora que soy? Un lobo feroz quizás, eso solo lo entiende y comparte mi esposo.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora