Capitulo 44

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Alice

Los recuerdos de la clínica no me dejan estar tranquila por mucho que finja que no me afecta, los días con mi mamá llenan mi mente mostrándome su cuerpo en una camilla conectada a cables, son recuerdos que he querido olvidar por años y que solo regresan cuando estoy cerca de un lugar de estos. Nunca me deja de doler ni hay dia en que no la extrañe.

Quiero irme.

Mi insistencia ha sido tanta, que el doctor cedió en dejarme ir, algo sobre mis emociones y mi estado, estos lugares me alteran, Isaac lo sabe porque lo vivio conmigo cuando tuve a Milán, planeo regresar solo a dar a luz de nuevo, a nada más.

Aún cuando puedo hacerlo sola, Isaac es terco y me ayuda a vestir, peinar mi cabello y hace un intento para maquillarme, que resulta un desastre que termina quitándomelo de nuevo. Se aprovecha que no puedo alterarme para hacer conmigo lo que desea, lo que no ocurre todo el tiempo o casi nunca.

Siento la ausencia de mi hijo, Milán no se ha separado de nosotros por mucho tiempo, siempre está con uno de los dos o en casos puntuales con Hendrik, Tania o Christine. Se que Tania vendrá mañana a acompañarme en estás largas semanas junto con Hendrik y eso me anima un poco, no que Isaac también se vaya, no nos hemos separado en seis años, no tengo un apego por él, es solo que... No sé, estoy acostumbrada a tenerlo, a discutir con él, a sus besos, una parte de mi ama que no me diga que «si» en todas las cosas con rapidez, me hace esperar para ceder, sin embargo, hay veces que no lo puede evitar, en su mayoría me pelea con las mismas ganas que lo hago yo cuando sabe que siempre seré la ganadora, me reta y lo reto, así es nuestra relación.

Logro hablar con Milán en el camino a la casa, lo veo emocionado por estar con Christine, pero es un niño inteligente, sabe que algo ocurrió porque ni su padre ni yo regresamos a darle las buenas noches ni nos vio el día siguiente cuando Christine se lo llevó. Lo hubiese querido conmigo, sin embargo, tiene clases y después de mi, Isaac siempre será en el que confíe ciegamente su cuidado.

Mi putito me carga para entrar, río y lloro, porque él hace este tipo de cosas románticas solo cuando se le antoja, que es poco, cuando ocurre me sorprende y siempre lo mejora añadiéndole su toque con algún comentario sexual, también lo arruina burlándose de algo, en esta ocasión mis lagrimas son porque se va y mi muñequito no está.

—Cariño, no puedo dejarlo contigo, tiene sus actividades que cumplir, y no quieres que te vea así, ¿verdad? Se va a preocupar, nuestro hijo es un listillo como tú, todo lo nota —dice, dejándome sobre mis pies en el medio de la sala, escondo mi rostro en su pecho sin poder dejar de llorar.

—Como note que estuviste llorando y no has dormido, así como tambien que tomaste whisky, fumaste más de dos cigarrillos y que ocurre algo más que no me quieres decir —Se tensa.

Gritan un «¡bienvenida a casa!» a mi espalda que me hace brincar, Isaac me gira abrazándome por la espalda.

Hendrik, Devon, Astrid y Geovenna, me reciben sonrientes rodeados de ramos de lirios rojos, mis favoritos, y eso solo me hace comenzar a llorar con más fuerza.

—¿Por que no me puedo ir con ustedes? ¿Y por qué estoy llorando tanto? Que fastidio, Isaac, quiero dejar de llorar y no puedo.

No miento, me siento abrumada y con los sentimientos multiplicados por mil, con el embarazo anterior no estuve tan sensible.

Mi putito se rie besando mis hombros, siento la ausencia en mi espalda, lo que todos toman como señal para abrazarme, hasta Astrid y Geovenna.

Que sorpresa.

—Cocinamos para ti, espero que sea de tu agrado —comenta Geovanna—. Siento mucho lo que te dije, espero que me disculpes, solo he recibido un buen trato de tu parte y yo...

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora