Llegaron a la casa de Abigail sin ningún contra tiempo, lo cierto era que le fue un poco imposible contener la risa por las veces que Marco se rascaba disimuladamente, así que guardo silencio en toda la trayectoria. Solo se limitó en dar las gracias cuando la ayudó bajar del cabello.
Una vez más fueron recibidos por una pequeña manada de perro — ¡sabía que eras una niña preciosa debajo de ese feo peinado y horrible vestido! –escuchó decir a Abigail saliendo de su casa para recibirlos.
-Mmm... Gracias —dijo algo insegura por su comentario —lástima que tu marido no pueda cambiar como tus vestidos —ella se llevó las manos a la boca y abrió los ojos por ese comentario, mientras se reía disimuladamente. Miró a Marco y el seguía rascándose -que graciosa Abigail, sigues así y no te ayudaré a poner la cerca -La vio hacer ese gesto de sin importancia con la mano -¿Ya desayunaron? —les preguntó lo que ella negó con su cabeza.
Ya sentados en la mesa, Abigail les preparó un puré de papa con jarabe y unos huevos revueltos. Todo estaba delicioso, pero su estómago no podía más así que lo que le sobro se lo puso a Marco en su plato -tienes que comer más —le dijo mientras tomaba la porción de ella, el hablar no concordaba con su actuar, pero ella prefirió no decir nada. Pensó que la picazón solo duraría un tiempo determinado, pero aún era la hora que Marco se rascaba -¡muchacho ¿Qué tienes tú?! ¡Tienes paracito acaso, no has dejado de rascarte desde que llegaste! —escuchó como Abigail molestaba a Marco.
Ella la ayudó a recoger los platos, para ayudarla con el lavado de este –No tengo paracitos, desde que me levanté tengo esta comezón, creo que la cama tiene pulga y eso que Isabel lavo las sabanas —Abigail se puso a su lado y en un pequeño susurro le pregunto -¿las enjuagaste bien? Sabes lo que pasa si esta no -ella le contestó en igual con un susurro para que Marco no las escuchara —no las enjuague lo suficiente y si, sé que lo que puede pasar, pero él se lo merecía –la carcajada que soltó Abigail la asustó ya que no la esperaba – ¡ay niña me recuerdas tanto a mí! —puede que diera risa, pero estaba teniendo remordimiento.
-¡ey, ey, ey! ¡Cuidado y se están burlando de mí! —dijo Marco mientras las señalaba acusadoramente.
-Me gustaría que me enseñara a cocinar –cambió el tema para algo que si le importaba. Abigail dejo de reírse y la miró con ojos amoroso -siempre quise tener una niña, pero Dios no me dio la bendición de tener hijos, así que para mí será un placer instruirte como una –su corazón sintió la añoranza de tener a su nana cerca.
-Ya que se tocó ese tema, Abigail te quería pedir si podías quedarte con Isabel mientras trabajo y hago unas cosas en el mercado.
-Cállate y no dañes el momento —lo cortó Abigail centrando su mirada en ella a lo que solo pudo morderse el labio para ocultar la sonrisa, mientras veía aun Marco sorprendentemente cayado – ¡aquí solo me maltratan!—escuchó decir a Marco dramáticamente, pero le gustaba que este no se tomara las palabras de Abigail tan personal, sabía que si alguien la tratara así lo más sensato que haría ella era llorar y no volver más.
-Bueno ya que no me quieren aquí, me voy —ella lo miró y él le regalo una sonrisa con una picada de ojo –tráeme un poco de miel ya que vas al mercado —pidió Abigail.
-Ah ahora si existo no, mientras tanto ¿Quién era Marco? Un pobre muchacho que dos mujeres se burlaban de el –lo vio tomar su sombrero ante de irse — ¿quieres una grande o pequeña? —miró a Abigail—con una pequeña basta —y con esto salió dejándola a ella y Abigail sola.
El día fue muy gratificante con Abigail, ella le estaba enseñando hacer las actividades de un racho, decir que es fácil era mentirse esto era algo nuevo para ella, no estaba acostumbrada a recoger los huevo de la gallina para el desayuno, mirar si había madera, para la leña, prender la estufa con la madera recogida para hacer la comida y ni mucho menos hacer la comida, pero con ayuda de Abigail que había tenido mucha paciencia en los errores que había cometido al principio de su aprendizaje, la motivo a seguir ya que no juzgaba su falta de conocimiento. Y con eso llega la noche.
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Amor En La Llanura
RomanceIsabel Thompson regresa de su temporada en Londres a Montana para casarse con su prometido, Daniel Crowl. Sin embargo, en el mismo día de su regreso, descubre que Daniel planea casarse con su prima Madison en lugar de con ella. Resulta que Madison h...