capitulo 44

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-¡Marco! ¿Pero qué bicho te pico? ¡Nos llevas al trote! —Tiro el saco que tenía en el hombro a la carreta, para mirar a Noah Jones era con el que más hablaba desde que llegó a Montana -¡es mi mujer! La serpiente de Madison está en su puesto –haló otro saco para ponérselo en el hombro -¿y que estas esperando? ¡Ve! —El dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirarlo –no puedo, tenemos que encárganos de las nuevas mercancías –vio cómo se encogía de hombros –no es la primera vez que te cubra –lo miró expectantemente — ¿lo dices en serio?

-¡Claro que lo digo enserio! con una linda esposa como la tuya, ya estaría a su lado protegiéndola —Marco chocó su mano con la suya en señal de hermandad –pronto encontraras una linda esposa –lo animo.

-Ya estas como mi a ma, pero dime que mujer quería como marido a un hombre con esta cicatriz —Noah tenía la misma consistencia de Marco, a diferencia de que su cabello era de un marrón con hebras doradas, tenía ojos azules y en su rostro había una gran cicatriz que inicialaba desde el inicio de su labio izquierdo y termina a mitad de su mejilla, un recuerdo constate del accidente en un rodeo, donde el cuerno de una toro lo atravesó, son riesgos del oficio —si una mujer solo se fija en la cicatriz, créeme amigo que no la necesitas, mujeres superficiales no son para hombres como tú y yo, además siempre hay una mujer que tiene mal gusto, no te preocupes -este último comentario lo hizo para aligerar el ambiente —así que ¿no tengo problema en dejarte solo?—le preguntó por segunda vez para estar seguro.

-¡Ya te dije! ¡Vete! —sacudió un poco su ropa y en un pequeño trote camino hasta el puesto de Isabel, pero no la vio ahí, a medida que se acerba se dio cuenta que estaba Madison con su marido -¿Qué le paso a Isabel? —quitó su mirada de la pareja mencionada para mirar Abigail, que puso una mano en su pecho para llamar su atención.

—Estoy llegando—le contestó, sentía como su cuerpo se calentaba de la rabia –la vi correr hacia allá —le señaló, dándole un leve empujo —puedes encargarte del puesto —no esperó respuesta cuando salió corriendo a la dirección señalada por Abigaíl.

Isabel odiaba que ellos la hubieran visto llorar, se prometió que no volvería a llorar por ellos, pero sus palabras fueron tan crueles y duras. Pensó en sus padres ¿estarían decepcionados de ella? —Isabel –escuchó el llamando de Marco a su espalda, había corrido para alejarse un poco de le feria. Rápidamente secó sus lágrimas y volteo su rostro a él. Pensó en ocultar su llanto, pero el rostro preocupado de Marco le hizo recordar todo el esfuerzo que el hizo para que ella elaborara sus tartas le fue imposible controlar el temblor de su labio seguido de aquellas lagrimas que salía de su rostro.

Marco vio como a Isabel le era imposible contener su llanto así que a pasos grandes se acercó hasta ella. Donde fue recibido por un abrazo de su parte, mientras el llanto se fortalecía, podía sentir como su camisa se mojaba por el llanto de Isabel. ¡Malditos pagaran por eso! pensó, mientras la apretaba más –podemos irnos a nuestra casa ¿sí?—ella habló con su voz entrecortada, alzando su cabeza de su pecho y lo miró con esos hermosos ojos esmeraldas –llévame a nuestro refugio —la escuchó insistir —dime ¿qué te dijo? —Quería saber qué fue lo que dijo Madison –me dijeron muchas cosas feas —dejo que Isabel se volviera a refugiarse en su pecho mientras el solo pensaba en una palabra "me dijeron"

-Tengo que ir por el cabello y las tortas—la vio negar.

-Solo busca el caballo –le sorprendió que desechara así tan rápido las tortas sabiendo lo tan emocionada que estaba por las elaboración y venta de estas — ¿puedes que quedarte sola por un momento? —el sobaba su espalada para reconfortarla, mientras le hablaba –sí, pero no te demores –el miró a su alrededor y pudo ver que no estaban tan lejos de la feria y no había ningún peligro cercano, además podía oírla gritar si ocurriera algo, así que muy a su pesar se alejó de ella.

Amor En La LlanuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora