Capítulo 28

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¡Una casa! Isabel esta extasiada de la felicidad -¡ya no dormiremos en el bosque! —Volteo para decirle a Marco –solo fueron dos noches mujer—Marco tenía razón, pero para ella fueron más que suficientes, el también debería de estar contento llevaba más tiempo que ella durmiendo en el bosque o cualquier lugar que le diera soporte -¿Y tú no estás contento? —bajó un poco su entusiasmo.

El la miró y luego a la casa —nunca te ha pasado, que luchas tanto por algo y cuando lo tienes es un poco irreal —vio como él seguía mirando la casa –si luchaste por conseguirlo, no debe sorprenderte, al contrario debes estar feliz, es el fruto de tu trabajo, demostrando que lo que estás haciendo, lo estás haciendo bien —él la miro, pero tenía una forma muy peculiar de mirarla, la puso un poco nerviosa —felicidades por la casa—se dio cuenta que eso sonó un poco tonto pero no se le ocurrió que otra cosa decir tras la mirada de él.

La sonrisa que le dio ahora era la que estaba familiarizada —es tu casa te recuerdo, no sé si fue buena idea, teniendo en cuenta tus impulsos asesinos conmigo —alzó sus cejas tras lo escuchado —me imagino las veces que me echaras —soltó una pequeña risa, pero ella se puso seria después de lo que su tío le hizo a ella jamás echaría a alguien de su casa –jamás te haría algo así, no quiero que otra persona vuelva a sentir esa angustia y desolación por no saber en dónde pasar la noche, cuando mi tío me cerró la puerta de su casa me di cuenta que estaba sola, sin un techo que me diera confort.

-Sola no, te casaste conmigo.

-Sí y ahora tengo una casa, gracias —Marco se dejó llevar por la emoción de Isabel, pero eso no quiere decir que no la molestaría un rato —me pregunto ¿Cuánto demorara antes de que me botes? —él quería seguir con la broma, pero ella borro su risa y se volvió hacia él, mostrando su dedo pequeño de la mano derecha.

—No entiendo ¿Qué quieres mostrarme?

-Es una promesa, ven —ella volvió acercarle el dedo al frente de su rostro, luego sin esperarlo tomo su mano y la envolvió sacándole el dedo pequeño de la mano para entrelazarlo con el de ella y dándole un pequeño toque en su dedo índice –es una promesa —la escuchó decir, pero él la miro, en el transcurso de su vida se había encontrado con todo tipo de mujeres, pero ninguna como Isabel. Tenía una bondad intacta —cualquier cosa duermes es el porche de la casa y prácticamente sigues viviendo en ella solo que afuera —la vio sonreírle con malicia y todo pensamiento bueno sobre ella se borró.

-¡Y yo soy el malo aquí! –dijo con ironía.

-¡Ven vamos! ¡La quiero conocer por dentro! -comenzó a jalarlo para que caminara. Ya estando en la puerta le preguntó si tenía la llave a lo que el metió la mano en su bolsillo del pantalón en el lado derecho y saco la llave. Cuando introdujo la llave a la puerta le fue difícil abrirla, pero con un pequeño en pujón esta cedió. Inmediatamente el olor aguardado y a polvo lo recibió -¡no entres! —le dijo a Isabel cuando esta pretendía entrar.

-¿Por qué? ¡Pasa algo! —vio como ella miraba a todos lados y la puerta se cerró un poco.

-Estamos casados —Isabel no entendía porque Marco no quería que ella entrara a la casa —si eso es algo que ya sé, no entiendo ¿Por qué me lo recuerda? —Le preguntó un poco desesperada -la tradición dice que tengo que cargarte cuando entremos a la casa por primera vez —no podría creer que él la haga demorar por algo tan bobo como eso –Marco tu no conoces de historia, ¿verdad? —el solo la miró.

-Sabía que eso lo hacia los romanos cuando conquistaban una ciudad y se llevaban a una mujer para que esta fuera su esposa a la fuerza y la cargaban, porque así ella no podía escapar de él, no sé en qué momento eso se volvía una idea romántica —no pudo terminar de hablar cuando sintió como Marco la cargó y dio un pequeño brinco – ¡Isabel Miller declaro mi conquista hacia ti! —ella quedó con la boca abierta tras escuchar eso ¡este hombre estaba loco definitivamente! Ella en volvió sus brazos en su cuello para evitar alguna caída y más cuando entro dándole una patada a la puerta y una lluvia de polvo cayó sobres ellos dos -¡¿Por qué hiciste eso?! –dijo entre tos –puede que la casa sea tuya Isabel, pero todo lo que se encuentre en ella me pertenece, eso incluye a la dueña —volteo su rostro cuando él le dijo esto, ya que no sabía que decir ante su declaración —yo no le pertenezco a nadie –dijo con terquedad.

-Eso lo veremos —estaba a punto de decirle que la bajara, pero vio un animal de gran tamaño correr rápidamente hacia un lado de la sala. Lo que hizo que su agarre se fortaleciera.

-¡Un ratón! –comenzó a subirse más a Marco.

– ¡Me estas ahorcando mujer! —ella no le importaba solo quería alejarse lo más que podía dé aquel animal -¡no me suelte!

-¡Mira ya no está! ¡Ya se fue! –Él le decía para que aflojara su agarre - ¡no, ahí está, es mentira! —le contestó con entusiasmo -si abrieras los ojos mujer, vieras que ya se fue —no supo en que momento había cerrado los ojos, así que lentamente los abrió y efectivamente ya no había ningún tipo de señal de aquel animal. Marco la coloco lentamente en suelo –tienes un gran agarre –le dijo mientras se tocaba el cuello -no me gusta ningún tipo de insecto o roedores.

-Y yo que pretendía prepararte uno al asado —ella lo miro con asco en su cara a lo que el soltó una carajada –no entenderé tu humor nunca —le dijo.

-Y yo amaré molestarte siempre —lo escuchó decir entre risa.

-No veo nada, todo está oscuro –trato de ignóralo mientras se reía se concentró en lo que realmente le importa, la casa, era de dos plantas y tenía grandes ventanas ya se imaginaba cociendo algunas cortinas para ellas y hacer unos lindo manteles bordados, por fin vio las ventajas de las clases de costura.

-Así que no ves es por la oscuridad y no por esto —ella no entendió a qué se refería él hasta que lo vio señalar sus anteojos -¡mis anteojos! —llevo sus manos a sus ojos era cierto en todo el trayecto se olvidó que no los tenía.

-¡Dámelos! —se puso en punta para alcanzarlo, pero el esquivaba sus manos —ellos están seguro aquí –cuando dijo esto se dio una palmada el pecho donde lo tenía y el sonido de unos cristales partiéndose fue lo que escucho. Abrió sus ojos de sorpresas -¡me los dañaste!

-Estaban seguros –le dijo con una sonrisa incomoda.

-¡Es lo único que piensa decirme! –le gritó.

-No eran necesarios, además, te ves mejor sin esos, me gustan tus ojos—le sorprendió esa declaración de parte de él y supo que al también le incomodó lo que dijo ya que cayó sobre ellos un silencio algo incómodo.

hola mis amores este capitulo era el de ayer disculpe la demora, espero que se de su agradado, no olviden comentar y darle like  

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