Que Damián haya tenido un gran y laborioso día en Wayne Interprices.Por lo tanto no llegaría a casa a la hora de siempre, lo cual te dejo frustrada, pues tú cuerpo y mente estaban acostumbrados a que cierta hora Damián les daría una atención placentera.
Así que tuviste que acudir a juguetes que hace mucho no usabas.
Ya estabas en pijama, lo cual solo es una playera de manga larga y las bragas.
Solo quitaste tu ropa interior y comenzaste a complacerte.
Metías el juguete poco a poco, dejándolo en vibraciones bajas pues por experiencias pasadas habías aprendido a no tenerlo al máximo.
Gemías suavemente cerrando los ojos, imaginando que Damián te daba ese placer. Al sentirte cerca arqueaste la espalda.
Pero el sonido de la puerta te alertaron y apenas pudiste apagar y sacar el juguete de tu vagina.
—Da-Damián, ¿qué haces aquí? Creí que vendrías más tarde.
—¿qué crees que estás haciendo?–dijo con un tono algo molesto.
—nada, me iba a dormir.
—claro, aprende a mentir mejor cuando no estés chorreando de la entrepierna o gimiendo como una loca.
Te quedaste calla por la vergüenza.
—me parece que en todos estos años aún no te ha quedado claro que el dueño de tus gemidos y órgasmos soy yo.
—no llegabas ¿que querías que hiciera?
—esperarme como una niña buena.
—bueno, ya estás aquí, ayúdame.
—no, te portaste mal, y eso amerita un castigo.
Se acercó a la cajonera y sacó unas esposas, te levantaste intentando huir pero tus piernas temblaban por el placer que hace unos minutos te dabas, así que no llegaste muy lejos.
Damián usando toda su fuerza esposo tus manos a la cabecera dejándote algo sentada en la cama, y con una cuerda amarró cada pie a los tubos de la cama.
Arrastró una silla hasta ponerla frente a la cama y se quitó el saco dejándolo en el respaldo.
De la misma cajonera sacó un vibrador que se controla por un control de larga distancia.
Se acercó a ti, y sin decir nada lo introdujo. Se alejó y se sentó en la silla encendiéndolo a baja velocidad.
Gemiste retorciéndote, eras muy susceptible al placer, y con pocas caricias ya estabas en el cielo.
—sabes que si quieres placer tienes que acudir a mi, y yo nunca te lo negaré, tardaré cuando esté ocupado, pero tu paciencia siempre será recompensada. Pero están vez, no tuviste ni un poco de voluntad–aumento la velocidad logrando que tiraras de las cadenas con fuerza–¿o si?
—Damián–susurraste sin aliento.
—sabes que detesto que seas egoísta con tu placer, sabes que me gusta presenciar cada gemido de ti, y aún así– volvió a aumentar la velocidad–te atreviste a dejarte ese privilegio para ti sola.
—para.
El placer era exagerado y ya no podías más, Damián sabia hasta cuánto placer podías aguantar, hasta cuando era que tu cuerpo cedía ante el cansancio del acelerado vaivén de la situación.
Y tu cuerpo comenzaba a resentir esa falta de oxigeno, el calor aumentando, la sangre bombeando a otras direcciones, logrando que tu cabeza comenzara a sentir ligeros mareos.
—dime muñeca, ¿volverás a hacerlo?
—no.
—¿volverás a ser egoísta con tu placer?
—no Damián–dijiste desesperada por que bajara la intensidad, pero por cada pregunta aumentaba la velocidad.
—¿lo prometes?
—¡si!
—¿por el dedo pequeño?
—¡joder Damián si!
—no me gusta tu tonito mi vida–subió la intensidad al máximo.
—¡no! ¡Damián para!
Él rió al verte temblar, jalar las ataduras, y soltar lagrimas, se levantó sentándose aun lado tuyo.
Metió tres de sus dedos a tu boca llenándolos de saliva, y los condució a tu sensible e hinchado clitoris dando caricias suaves pero fuertes.
—no Damián, para.
—¿porqué?–hablo con la voz ronca.
—me voy a hacer pipí Damián.
Él rió pues la forma en la que lo dijiste le pareció muy tierna.
—déjate llevar y yo te suelto.
—¡no me quiero hacer pipí en la cama!
—no es pipí, solo hazlo.
Echaste la cabeza hacia atrás y él aprovechó para repartir ligeras mordidas por tu cuello.
No pudiste más, gimiendo fuertemente llegaste a un jamas experimentado placer.
Damián se regocijó viéndote casi desfallecer por el placer. Apagó el juguete y lo sacó.
Te dio unos cuantos segundos para que recuperaras el aire, y te quitó las sogas y las esposas.
Seguías sin habla y con temblores. Damián movía tu cuerpo como un saco pues retiró la colcha que dejaste completamente húmeda.
Trajo una nueva y una toalla. Te seco y te tapo con la colcha.
—perdona si...no puedo...complacerte...estoy...
—cansada lo sé, igual yo, por eso quiero dormir y abrazar a mi linda novia.
—claro...ahora soy tu linda novia.
—lo eres cuando te portas bien o recibes tu merecido, solo recuerda, no me molesta que juegues con tus juguetes, siempre y cuando me incluyas en el juego.
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One Shots Batfamily Vol.2
FanfictionPequeñas historias con los integrantes de la Batifamilia, basados algunos, en series, películas, mi imaginación etc.