One Shots Batfamily Vol.2

🖤Imagina

Imagina que en su fiesta de bodas todo iba bien.

La recepción, la cena, el baile, todo fue hermoso, aún que Bruce estuvo ansioso por estar a solas contigo.

Claro esto te ponía totalmente nerviosa, estuvieron la mayor parte del tiempo juntos, pero cuando tenías la oportunidad de estar con tus amigas lo estabas.

—por Dios chicas tengo miedo.

—¿de qué?–preguntó Barbara.

—es por Bruce.

—¿qué pasa con él?–hablo Kate.

—tiene una vibra sexual y temo por mi vida.

—más bien por tu vagina–dijo esta vez Barbara.

Ellas rieron escandalosamente. Incluidas Cass y Stephanie.

—¡chicas! Es en serio, estoy muy nerviosa.

—oh vamos pero ya lo han hecho–dijo Cass.

—ya se, pero, jamás lo había sentido tan...

—¿urgido?–preguntó Babs.

—¿apasionado?–esta vez fue Stephanie.

—¿esperado?–habló Kate.

—¿ansioso?–sugirió Cass.

—no, no, tan, peligroso.

—oh ya veo, bueno lo entiendo, esta con los chicos y aún así te mira desde el otro lado del salón como animal en celo–comentó Barbara.

—Dios mío me voy a morir.

—relájate amiga–riendo hablo Cass.

—no, ten miedo, te van a coger ___.

—¡cállate Kate!

—uy, ¿y que no esa es la limusina que los llevara al hotel?

Giraste aterrada a la entrada, y efectivamente ese era el vehículo que los llevaría, Bruce se acercó al notarlo.

Entraste pánico en seguida.

—ay no, ayúdenme.

Antes de que dijeran algo te tomaron por la cintura.

—es hora de irnos cariño.

—em Bruce es que yo me quiero quedar, me la estoy pasando bien y...

—ahora nos toca celebrar a solas.

Las chicas rieron aumentando tus nervios.

—vámonos.

Te empezó a guiar al carro y te detuviste logrando que él te comenzara a jalar con delicadeza, entendía que estabas nerviosa y no podía sentirse mejor, sobre todo, era gracioso.

—amor, espera.

—hora de irnos–jalo un poco más fuerte logrando moverte.

—¡no, no! Espera ¡Bruce! ¡Déjame enseñarte algo! ¡Déjame enseñarte algo!

—enséñamelo en la habitación.

Los presentes admiraban la escena divertidos, algunos reían o carcajeaban.

—¡Bruce espera! ¡No!–gritaste cuando se agachó un poco echándote sobre su hombro–¡Bruce!

—relájate preciosa, no muerdo, aún.

—¡Bruce el vestido!–trataste de poner una excusa.

—si, te follare con el puesto.

—¡espera!–gritaste antes de que te metiera a la limusina, él entró, y ya no hubo quien te salvara.