Parte 5

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Capítulo 5

Una lamparilla roja iluminaba las paredes con el tono de la pasión y el sexo. Mireya estaba echada con las piernas abiertas y los senos en punta mientras se regocijaba con la lengua que se paseaba sobre su hendidura. Se relamió los labios y estiró la mano para jalar suavemente del cabello de Alice.

—Oh, carajo. ¿Por qué eres tan buena?

Alice se contuvo un momento para reposar la boca.

—Será porque he tenido mucha vida sexual en comparación contigo.

—No presumas, tonta. Haces que me ponga celosa.

—No presumo —se escudó Alice con una sonrisa. Juntó dos dedos y los dejó ir al interior de su novia. Fregó sus húmedas paredes y buscó con fervor el punto de máximo placer en ella. Su pulgar presionaba en círculos aquel botón escondido entre sus labios.

—Claro que sí.

—Te estoy diciendo mi currículo. Siempre he pensado que en el amor hay que tener una carta de presentación.

Mireya se acarició los senos y tomó sus puntas con los dedos para estirarlas.

—Pues no me veo ligándome a alguien después de decirle que he tenido como cien amantes.

—No es la cantidad, sino la calidad. Y me refiero a que es para que sepas la experiencia que tengo con otras mujeres.

—Insisto, Alice —dijo Mireya cerrando las piernas y colocándose a gatas—, no es un buen tema de conversación.

—Vale, vale. No digo más.

Mireya bajó el torso sobre la almohada y alzó el culo. Alice sabía lo que eso significaba y estaba dispuesta a complacerla. Conocía tan bien a su novia, que entendía qué era lo que se le antojaba en ciertos momentos del acto. Además, podía darle rienda suelta a sus sentimientos porque estaban solas. Las chicas habían aceptado quedarse a dormir en casa de su abuela.

Agarró el dildo que tenía a su alcance y lo bañó con una capa de lubricante. Era un juguete pequeño que no provocaría tanto dolor una vez que lo metiera en Mireya.

—Aquí va —dijo Alice y con mucho cuidado, enterró el juguete en Mireya. Al principio hubo cierta resistencia, pero lentamente, su cuerpo fue cediendo.

—¡Oh, cielos! ¡Cómo adoro esta sensación!

—Lo sé —Alice sujetó la base del juguete y empezó a meterlo y a sacarlo con lentitud—. Soy la que cumple tus fantasías. Sólo dime qué quieres y te lo daré.

—Regrésame los años desperdiciados con Diego. Oh, ¡Sí!

—¿Por qué dices eso? —Preguntó Alice con el ceño ligeramente fruncido. Dejó de mover el juguete—. No es un mal esposo. Si te soy sincera, me sienta mal que estés viéndome y que sigas casado con él.

—¿Te hace sentir mal? ¿Y por qué me estás metiendo eso?

—Lo hago, pero con vergüenza.

—Ah, vamos. Sacúdelo más.

Alice suspiró y siguió con su deber. Mireya metió una mano entre sus piernas para estimularse al mismo tiempo que la presión le daba un profundo placer. Podía llegar al orgasmo con relativa facilidad siempre y cuando incitara correctamente cada punto de su anatomía.

—¿Estás bien? —Preguntó Alice.

—Claro que sí. Nunca esperé que me cogieras así en mi cumpleaños.

Alice paseó la vista por la habitación. Justo al lado de la ventana había una fotografía de la boda de Mireya y marido. Ella odiaba esa foto porque Diego sonreía como un verdadero enamorado. El pobre no tenía ni idea de lo que ocurría.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora