Parte 43

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Capítulo 43

Un par de semanas después...

Habían muchos lugares en los que Mireya podría sentirse cómoda: una silla de playa con vista al atardecer, un vuelo de avión en primera clase o sobre una cama de agua. Sin embargo, había descubierto que recostar la cabeza sobre las piernas de Jennifer, era igual de placentero que pasear sobre una nube.

Estaban viendo una serie en Amazon Prime. Mireya ni siquiera le estaba prestando atención porque estaba más concentrada en disfrutar de los dedos de Jennifer acariciándole el cabello y la frente. Miró el reloj que colgaba de la pared y sonrió al ver cómo el tiempo pasaba rápido sin que ella se diera cuenta. Esa era una señal de que estaba en el lugar adecuado ¿verdad?

Tomó aire y lo dejó ir lentamente. Alzó la vista y vio a Jennifer con una media sonrisa mientras miraba la televisión. Su trabajo en TurboSoft era cansado y tedioso, así que disfrutaba de cualquier tiempo libre que tuviera. Mireya estaba encantada de que Jennifer decidiera compartir esos momentos de tranquilidad a su lado.

Esperó a que el capítulo de la serie se terminara para hablar. Jennifer bostezó y pausó la reproducción.

—Tengo hambre, linda. ¿Pedimos pizza?

—Pizza no —Jenn estiró los brazos—. Estoy a dieta esta semana. Parece que ya subí un par de kilitos.

—¿En serio? —Mireya la miró desde abajo. Los pechos de Jenn tapaban parte de su visión. Hasta podría jurar que se habían hecho más grandes. ¿Sería sólo su imaginación? Deseaba arrancarle la blusa y comprobarlo.

—Salimos a cenar cada fin de semana y a veces almorzamos porquerías.

—¿Ah? ¿Me culpas a mí? —Mireya fingió indignación.

—Sep. Antes de conocerte, cuidaba lo que comía. Cuando estoy contigo, no me importaría tragarme una vaca.

Mireya rió. Algo en ese comentario le pareció sumamente lindo. Jennifer tenía una manera de decir las cosas de tal manera que sonaran tiernas.

—Bueno, bueno. Entonces no pidamos pizza. ¿Mejor un par de ensaladas?

—Para eso las cocino yo. Tengo ingredientes. ¿Me ayudas?

—Flojeraaaaaaaaaaaaaaaa. Jennifer, es domingo. No quiero mover un solo músculo y no hay nada que puedas decir que me haga cambiar de opinión.

—¿Una carrera hasta mi cama?

Mireya se avergonzó y tosió para ocultar su nerviosismo. Dos días atrás, Jennifer y ella se habían entregado a una sesión de besos tan jugosos, que las dos se creyeron preparadas para llegar al dormitorio y arrancarse las tangas con los dientes.

Por desgracia y las prisas, Mireya había tropezado con un escalón y se había doblado el tobillo. Lloró. Eso fue duro. Su oportunidad, su primera oportunidad más bien, de tener sexo con Jenn, se fue al caño. Eso jamás se lo perdonaría.

—Meh. Mejor pídelas a domicilio y yo las pago.

—Está bien —Jennifer tomó su teléfono para hacer la orden.

Mireya aprovechó para levantarse y flexionar los brazos. Subió los pies al sofá y abrazó a su chica para llenarle de besos el cuello y las mejillas.

Jenn rió en lo que buscaba un buen restaurante y de vez en cuando giraba la cabeza para darle un piquito en los labios. Besar a Mireya ahora era natural y satisfactorio. Ya no se sentía inquieta como al principio. Le había encontrado el gusto a acariciar el cuerpo de otra mujer y francamente, le encantaba lo delicado que era: las manos pequeñas, los hombros delgados, las piernas lisas, los pechos firmes, el perfume femenino, el cabello sedoso... una vez que aceptó que Mireya le gustaba, sus dudas respecto al lesbianismo se fueron.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora