Parte 31

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Capítulo 31

—¿Qué fue lo que dijo? —Preguntó Clary, que estaba al margen de un ataque de ansiedad. Sabía que el reencuentro de sus padres no sería sencillo para ambos. Francamente, había esperado lo peor: gritos, golpes...

—Tranquila —Mireya movió la mano para calmarla—. Todo está en orden. Podemos ir.

—¿Saldrán de paseo? —Dijo Cris, un poco afligido. Había querido pasar un rato con Clary. Tal vez llevarla de paseo y comer un helado.

—Iremos a la playa —respondió Mireya—. ¿Por qué no vienes? Será divertido.

—Ah, no, no —sonrió el chico—. Creo que es mejor que usted y sus hijas...

—Anda, no seas tímido. Mientras más, mejor.

—Uhm, bueno, pues si no es molestia... gracias por la invitación.

—Por nada —se alegró la mujer—. Anda, Clary. Ve por tu traje de baño y las toallas.

—¿Empaco en la nevera los refrescos que compraste?

—No creo que esos refrescos se empaquen solos.

—¡Yo quiero ayudar! —Exclamó Lucy e intentó seguir a su hermana y a Cristian, pero Mireya la jaló con suavidad.

—Espera, deja que esos dos convivan un poquito.

—¿Te cayó bien el novio de mi hermana?

—No parece mal chico —tomó a la niña por la cintura y la subió a la cajuela de su auto. Frotó cariñosamente su nariz con la de ella y le acarició la cabeza—. ¿Cómo estás tú? ¿Te sigue molestando esa mocosa en la escuela?

—No. La directora le dio un regaño bien feo y la hizo llorar.

—¡Uf! Menos mal. Si te vuelve a fastidiar, dímelo a mí y no al sonso de tu papá.

Lucy ya no pudo dominar su emoción y abrazó a su mamá con todas sus fuerzas. El gesto sorprendió a la mujer y provocó que sus ojos se colmaran de pequeñas lágrimas. Envolvió a la niña entre sus brazos, le dio una serie de besitos en la cabeza y le confesó lo mucho que la quería.

—Fui una tonta por marcharme.

—Sí lo fuiste —afirmó Lucy y enredó sus manitas en el cabello oscuro de su mamá—. Pero te perdono.

—Aww, gracias. Eres un ángel.

Un taxi amarillo hizo sonar su bocina, y cuando la pasajera bajó, Lucy trazó una sonrisa de oreja a oreja y se bajó del coche.

—¡Jennifer! ¡Jennifer!

—Hola, pequeña. ¿Cómo estás?

—¡Mira, mamá está aquí!

Mireya forzó una sonrisa y mantuvo la respiración. ¿Por qué estaba Jennifer ahí? ¿La acosaba o qué?

—Hola —saludó Jenn y estrechó la mano de Mireya sin muchas ganas.

—¿Qué hay?

—¡Vamos a la playa! —Exclamó Lucy—. ¿Quieres venir?

—¿Eh? ¿A la playa? ¡Ay, linda! No lo creo.

—¡Vamos! ¡Por favor! —Se volvió hacia su madre—. ¿Puede venir?

—De seguro Jennifer tiene cosas que hacer, cariño. ¿Por qué no mejor vas a ver por qué tu hermana se está tardando tanto?

—¡Sip! ¿Si los encuentro besándose, qué hago?

—Dales un jalón de orejas.

Lucy volvió a la casa dando pequeños saltitos de felicidad.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora