Capítulo 9
Clarisa tenía dieciocho años y una parte de su mente pensaba que tenía treinta. Había sufrido demasiado estrés por el constante malhumor de sus padres y sabía que uno de ellos se la pasaba peor que el otro. No era difícil darse cuenta de quién se estaba llevando la peor parte.
¿Por qué la gente se casaría por compromiso?
Por muchas vueltas que le diera en la cabeza, no comprendía la lógica detrás de un matrimonio arreglado. ¿Es que a los adultos ya no les interesaban los sentimientos? ¿En eso se convertiría ella y su hermanita un día?
Resopló y puso la vista en la espalda de su papá. Diego llevaba a Lucy sobre los hombros. La niña sostenía un globo de helio que el aire trataba de arrebatarle. Clarisa se percató de que eran los únicos en el zoológico sin una figura materna, y aunque quería aparentar que no le dolía, la verdad era que anhelaba tener a alguien como los otros niños. Alguien que le sirviera de consejos, que le enseñara "cosas de mujeres" cómo decía ella.
Una mamá.
¿Estaba mal desearlo, teniendo una en casa?
Otro suspiro.
No había nada más familiar que un día en el zoológico; y ahí estaba ella, lamentándose de que su madre estuviera ahogándose en sus propios vómitos después de ponerse hasta el culo de borracha.
Papá es fuerte por soportar tanto. Todo el mundo tiene un límite.
Se adelantó y sujetó a Diego de la mano. Él miró a su hija y sonrió después de darle un beso en la frente.
—¡Quiero ver a los venaditos! ¿Sabías que pueden olerte a un kilómetro, papá?— Diego bajó a la niña y ella corrió hacia los animales para tomarles fotos con el teléfono de su hermana mayor.
—Recuerdo cuándo tenía su edad —comentó Clary—. Me encantaban los animales.
—¿Y ahora no?
—Deje de creer que algún día uno de ellos me hablaría.
—Yo quisiera tener un perro —dijo Diego después de un rato—.pero a tu mamá no le gustan.
—A mamá no le gusta nada.
Clarisa tragó un nudo que tenía en la garganta y empezó a ejecutar un plan que había pensado en los últimos días. Si Mireya ya no podía cumplir con su rol de esposa y madre, tal vez había llegado la hora de encontrar a alguien que sí. No sabía si estaba bien o mal pensar de esa manera y deseó que alguien le dijera la verdad. ¿Era una mala hija por desear la felicidad de todos en casa?
—Tengo hambre —dijo a su papá—. ¿Y si después vamos a comer a la Casa del Hotcake? Es a donde nos llevó Jennifer y hacen unos panecitos de miel que te chupas los dedos.
—Suena bien —Diego se sentó en una banca y mantuvo vigilada a Lucy. Había encontrado una niña de su edad para conversar.
—Sí. Son ricos —Clarisa se sentó junto a su padre y apoyó la cabeza en su hombro—. Nunca había ido. Jennifer fue muy amable en llevarnos. Dijo que si otro día quisiéramos ir, la avisáramos.
—No abuses de su amabilidad.
—Ustedes parecen buenos amigos.
—¿Amigos? —La palabra sorprendió a Diego. Para ser sincero, no consideraba a Jennifer como una amiga. Más bien, era una compañera de trabajo con la que se juntaba mucho para discutir asuntos profesionales. Haría falta más de cercanía para que él pudiera verla de esa forma—. Jenn es una mujer social y extrovertida. Por eso da la impresión de ser amiga de cualquiera.
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[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]
RomanceMireya lleva 3 años de relación con Alice, y la ha mantenido escondida de su esposo y de sus hijas; pero el compromiso se hace cada vez más serio y Alice empieza a presionar a su novia para que revele la verdad. Abrumada por la culpa y amor en parte...