Capítulo 53
Mireya rodó sobre la cama y chocó con la chica que tenía a su lado. Abrió los ojos, todavía somnolientos, y vio que no estaba sola en su habitación. Sintió la culpa de inmediato y se prometió que no volvería a beber. Había tenido una noche loca y era el momento de pagar las consecuencias.
Revisó el reloj junto a su mesita. Eran las nueve y media de la mañana. ¿Había valido la pena lo que había hecho? Tal vez no. Francamente, no tenía ni idea de cómo iba a enfrentar a Jennifer cuando regresara de su viaje. ¿Debería pedirle perdón por haberlo hecho o simplemente lo dejaría pasar y lo mantendría en secreto?
No. No empezar con los secretos. No otra vez.
Suspiró y rozó la mejilla de la pequeña chica con la que compartía la almohada. Era preciosa en varios sentidos, y sin querer, Mireya le había hecho daño la noche anterior. No podría perdonárselo. Sabía que no merecía el premio a la mejor madre del mundo, pero en cierta manera, el que Lucy estuviera ahí, dormida a causa de la gran tristeza que la oprimía, hizo que Mireya sintiera deseos de que existiera una licencia para ser madre, y que se la quitaran y la rompieran delante de su cara.
—Despierta, muñeca.
Lucy arrugó los párpados y, cómo una muñeca a la que le ponen baterías nuevas, se levantó como si tuviera un resorte en la espalda.
—¡La escuela!
—Ya es tarde —bostezó Mireya—. No vayas.
—¿Me puedo quedar a dormir?
—Seguro.
Mireya se giró para darle la espalda y vio la botella de vodka a medio terminar sobre su mesita de noche. Había recurrido a la bebida otra vez, y aunque gran parte del daño seguía procesándose en su hígado, los recuerdos de la noche anterior seguían presentes.
—Mamá.
—¿Sí?
Lucy le tocó el brazo.
—¿De verdad ya no amas a papá?
Y de nuevo ese tema. aquella había sido la razón principal por la que Mireya quiso perderse en el alcohol.
—No, linda —se esforzó por no sacar a la niña de su cama. En vez de escapar, se giró hacia ella y la abrazó—. Eso no quiere decir que lo odie.
—¿Lo amas y no lo quieres? Eso es tonto.
—Lo entenderás cuando crezcas.
Al menos eso esperaba ella. En realidad, Mireya estaba más preocupada por los daños que ella le había hecho a Lucy, que los que ella misma tenía en su corazón. Había sido ruda con la pequeña al decirle que ya no amaba a Diego y que jamás volvería a ser su esposa.
—Uhm. ¿Y qué puede hacer papá para que lo ames otra vez?
—Nada —decidió no salirse con rodeos—. Diego y yo tenemos que seguir caminos distintos y...
La frente de Lucy se frunció y abandonó la cama. Salió corriendo del dormitorio y aporreó la puerta al marcharse. El sonido hizo que a Mireya le reventara la cabeza por la resaca. Una parte de ella le decía que lo correcto era ir tras su hija y tratar de hacerla entender el por qué se estaba separando de Diego; sin embargo, ni siquiera Mireya sabía por dónde empezar y la mente de Lucy, inmadura para asimilar las cosas, no cambiaría de opinión.
A juicio de la pequeña, su madre tenía la culpa de todo.
Se quedó en la cama por diez minutos antes de tomar la decisión y salir. Pasó delante del cuarto de su hija y evitó la tentación de entrar. En vez de eso, bajó a la cocina para servirse un poco de café.
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[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]
RomanceMireya lleva 3 años de relación con Alice, y la ha mantenido escondida de su esposo y de sus hijas; pero el compromiso se hace cada vez más serio y Alice empieza a presionar a su novia para que revele la verdad. Abrumada por la culpa y amor en parte...