Parte 33

514 43 8
                                    

Capítulo 33

Clarisa se asomó con cautela felina al cuarto de su papá. Diego estaba revisando carpetas y documentos para echarlos a la basura. Fumaba un cigarrillo y escuchaba las noticias en la televisión. La chica se preguntó qué tan bien estaría, pues no se habían dirigido la palabra como antes. Honestamente, empezaba a echarlo de menos. Siempre había sido unida a su papá, y de la noche a la mañana, todo estaba cambiando.

—¿Ocupado? —Preguntó después de tocar la puerta con los nudillos.

Diego la miró por encima del hombro. Tenía ojeras y sudor en la frente. Hasta se veía más pálido. Era un hombre roto, sin sueños ni deseos de vivir.

—¿Sigues aquí? Creí que saldrían de nuevo con Mireya.

—Eso fue hace dos días. No la veremos hasta el próximo domingo.

—Ah —volvió a su trabajo. Rompió algunas hojas y las lanzó a la bolsa de basura—. ¿Y Lucy?

—En el patio, jugando con el tío Carlos y Rox.

—Vaya —rió el hombre con ironía—. Parece que él es mejor padre que yo. Debería adoptarlas.

—No digas eso. Uhm... son las nueve de la mañana. ¿Quieres desayunar algo?

—Acabo de tomarme una Coca-Cola. Eso es todo lo que necesito para estar activo.

—Y fumar ¿no? Espero que mamá no te haya pegado los malos hábitos.

—Mireya... —Diego experimentó escalofríos al oír ese nombre. Seguía culpándola por todo lo malo que pasaba en su vida, y no le importaba si estaba en lo cierto o no.

—Esto... Cristian está abajo. Lo invité a desayunar. Hice hotcakes. ¿Quieres uno?

—¿Cristian? Ah, tu novio. Ten cuidado con él —examinó una carpeta azul. No era más que basura. Destrozó los papeles y los lanzó con los demás—. Los hombres sólo se ponen amables cuando quieren sexo.

Su comentario ofendió a Clary. Era inapropiado y ella no dudó en hacérselo notar.

—Cuida lo que dices. No todas las relaciones están destinadas al fracaso como la tuya.

Se arrepintió al instante por su falta de respeto, pero Clary siempre había sido directa y franca. Diego, sin embargo, no se inmutó. Hasta fingió que no la había escuchado. Rompió la última carpeta de documentos y abrió su vieja laptop para vaciar la papelera de reciclaje.

—¿Qué haces? —Preguntó la chica.

—Tirando lo que no me sirve. Es basura de TurboSoft. Ya que no trabajo ahí, no tengo necesidad de conservar estas cosas.

—Bueno, es un inicio. Lo que necesitas para avanzar es...

—Mira, niña. No necesito que me des consejos psicológicos. No sabes nada de la vida.

—Pero, papá, yo sólo...

—Déjame. Tengo que terminar estas cosas.

La joven bajó la vista y se mordió los labios. Se preguntó hasta cuándo podría aguantar esto. No le gustaba ver a Diego así, pero era su decisión y no podía hacer nada para cambiarlo. Ya se lo había dicho Mireya: cada persona debe elegir su propio camino y asumir esas consecuencias. Era una enseñanza simple, y precisamente por eso es que era tan importante.

Suspiró, derrotada, y cerró la puerta al irse.

Diego no pensó en ella. Estaba más ocupado depurando las porquerías que quedaban de su vida pasada. Una vida a la que ya no tenía deseos de regresar, y siendo honestos, tampoco esperaba conseguirse una nueva. Todo lo había perdido y que hubiese sido por su culpa, no hacía más que incrementar su dolor.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora