Capítulo 17
Cris bajó primero del auto y abrió su cajuela. La lluvia cayó a cántaros sobre él, mojándolo enseguida y haciendo que sus mechones negros se le pegaran al rostro. Sacó la gabardina que guardaba para emergencias y volvió a entrar. Los parabrisas del Stratus hacían un chirriante sonido mientras limpiaban el agua del panorámico y algunas gotitas se filtraban entre los sellos de las puertas.
—Toma. Ponle esto para que no se moje.
Clarisa cubrió a su hermanita con el abrigo y le dijo que corriera a la casa. Lucy salió a toda carrera para protegerse de la lluvia y llegó sana y seca a la puerta. Le hizo una señal a Clary para que la siguiera, pero ella le dijo que le diera unos momentos.
—Gracias por traerme, Cris —dijo la chica—. Lo último que quiero es que a Lucy le dé un resfriado. Ya sabes. Si la muñeca de la casa se enferma, a todos nos toca el regaño.
—¿Y haces esto todos los días?
—Cada martes, jueves y viernes. Sólo el maestro Rubén me dio permiso de faltar a su clase. El resto de la semana, es mi tío el que la va a buscar y prepara la comida.
—Wow —dijo con los ojos bien abiertos—. Tu familia trabaja en equipo.
—No necesitamos a mam... es decir, a Mireya. Que le vaya bonito esté donde esté —dijo con tono mordaz—. En fin. Gracias por el aventón.
—Por nada. Sólo págame la gasolina y estamos a mano.
—¿Eh?
Cris no se aguantó las risas. Las mejillas de Clary se sonrojaron y, avergonzada, le dio unos manotazos en el hombro.
—¡Tonto!
—Con un "gracias Cris, eres un buen chico" me conformo.
—Vale —Clary tomó aire y puso carita dramática—. ¡Gracias, lord Cristian! ¡Es usted el caballero más amable que conozco!
Al ver su sonrisa, Cris tuvo tantos deseos de besarla, que contenerlos fue como si se clavase una aguja en la planta del pie. Un trueno que estalló hizo que el momento romántico (al menos para él lo era) se terminara y lo trajo de vuelta a la realidad. La lluvia siguió cayendo a cántaros.
—Parece un diluvio —observó Clary.
—No te muevas. Ahora vuelto.
—¿A dónde...?
Cristian salió del coche, corrió a la casa y le pidió a Lucy que le diera la gabardina. Después, corrió de regreso al auto y se la dio a la joven.
—Toma. Piensa en tu salud. Si te da un resfriado, no podrás con tantos quehaceres.
El gesto tomó por sorpresa a la chica y una pequeña parte de su corazón se ablandó. Le regaló una sonrisa al muchacho y se puso el abrigo sobre la cabeza. Se inclinó hacia él para darle un beso en la mejilla y bajó rápidamente de coche. Cris la miró irse y suspiró como aquel que prueba una rebanada del más delicioso pastel. Hacía tanto que estaba enamorado de Clarisa, que no podía creerse lo fácil que estaba siendo comunicarse con ella. ¿Por qué no lo había intentado antes? ¡Tantos meses desperdiciados por su tonta inseguridad!
—¡Te devolveré el abrigo el lunes! —Gritó Clarisa desde la puerta de su casa.
—¡Te lo regalo!
—Ah...
¡Idiota! ¡¿Quién me creo?! ¡¿El Capitán América?!
Avergonzado por haber soltado semejante cliché, Cris se despidió de ella con un saludo al estilo militar. Manipuló la palanca de velocidades y se alejó lentamente por la calle.
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[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]
RomanceMireya lleva 3 años de relación con Alice, y la ha mantenido escondida de su esposo y de sus hijas; pero el compromiso se hace cada vez más serio y Alice empieza a presionar a su novia para que revele la verdad. Abrumada por la culpa y amor en parte...