Parte 35

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Capítulo 35

—¿Así que eres ingeniera en sistemas? —Preguntó Mireya con manifiesto interés. Se inclinó sobre la mesa y enmarcó su rostro con las manos—. Vaya. No lo pareces.

—¿Por qué no? —Jenn le dio un trago a su copa de vino tinto—. ¿Es que las ingenieras tienen que ser mujeres con aspecto de nerd?

—No necesariamente, pero eres tan preciosa que pareces más bien... no lo sé ¿diseñadora de modas?

Ese comentario hizo a la otra mujer sonrojarse. Los flirteos de Mireya eran más que evidentes. Se había comportado así durante todo lo que iba de la velada, y siendo honestas, ella tampoco se quedaba atrás. Nunca le había gustado comportarse con timidez. Parecer frágil y vulnerable no era lo suyo.

—Pues tú no estás mal. Te conservas joven para tener ¿cuánto? ¿Treinta y seis años?

—Uf, ni lo menciones —Mireya se echó para atrás en su silla—. Me casé con Diego apenas cumplí los dieciocho y me embarace el mismo año. Es un tema delicado.

El tono amargo le dijo a Jennifer que había tocado una fibra sensible de su cita. Se culpó por eso, así que para enmendarlo, decidió desviar la charla hacia temas más superfluos.

—¿Y qué te parece este restaurante?

—Es bonito —suspiró Mireya sin molestarse en echarle un ojo a las mesas alrededor. La sola mención de su boda con Diego bastaba para bajarle todo los ánimos, especialmente si el tema de su edad también estaba incluido.

—¿Todo bien? Oye, lamento haber dicho eso.

—No es culpa tuya, Jenn —puso los codos sobre la mesa y volvió a suspirar—. Tengo treinta y seis años y acabo de darme cuenta de que mi vida sólo fue una sucesión de errores. Tuve la mala suerte de nacer mujer y en mi familia, jamás tuve voz ni voto.

—Es que tu padre no vio tu potencial.

—Él quería un niño. Mi madre ya no quiso embarazarse porque, y citándola "criar a un bebé es muy molesto". Dios, ahora que lo pienso, creo que fui una decepción desde que fui concebida. ¿Cómo puede alguien vivir con eso y no sentirse una basura?

Jennifer, sintiendo empatía, envolvió la mano de Mireya con la suya y le acarició los nudillos.

—Estás a buena edad para darle un giro a tu vida. No dejes que los años que te quedan sean un desperdicio.

—Será difícil —otro suspiro. Se dio unos golpecitos en las mejillas y se obligó a sonreír—. Basta de charla triste. Háblame más de ti. ¿Qué sigue para la gran Jennifer después de la fusión entre TurboSoft y HardTec?

—Estabilidad, claro. ¡Hay tantas cosas que quiero hacer antes de cumplir los cuarenta! Me quedan ocho años para eso.

—¿Así que tienes treinta y dos? Mírate. Pareces de... veinte y algo.

—Oh, tomaré eso como otro cumplido.

Mireya le dio un sorbo a su bebida y volvió a sonreír con signo coqueto.

—Y tengo más de donde vinieron esos.

***

Un par de horas después, Jennifer estacionó el coche de Mireya delante de su propia casa. Una docena de diferentes escenarios pasaron por su mente antes de la cita, pero ninguno terminaba así: con Mireya lo suficiente ebria como para conducir. No había tenido más opción que quitarle las llaves y manejar.

—Te dije que... estoy bien.

—¿Segura? —abrió la puerta y la ayudó a bajar—. Porque te bebiste toda la botella.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora