Capítulo 58
Mireya jamás había tenido sexo con música de fondo. Alice lo sugirió una vez y la idea no le gustó. Prefería el silencio intermitente entre los gemidos y los gritos. Al menos así podría callar cuando quisiera y no sería tan obvio lo que hacía: engañar a su esposo.
Sin embargo, la selección de música erótica de Jennifer hizo que su opinión cambiara por completo. La melodía que salía de las bocinas sobre la repisa era discreta y lenta como una caricia sobre los labios. Un par de lámparas a los lados de la cama brindaban la cantidad perfecta de luz para que ambas mujeres pudieran verse mientras se movían sobre el colchón. La puerta estaba cerrada con llave y las ventanas, abiertas para que la fresca brisa de la noche entrara y se llevará el calor dentro de esas cuatro paredes.
Jennifer le había dicho a Mireya que se mantuviera arriba, porque al ser su primera vez, quería experimentar lo que era estar a la merced de otra mujer. Ya cambiarían de posición más adelante. El juego previo, compuesto por mordidas en los hombros, lamidas en la espalda y alguna que otra nalgada, se había alargado durante treinta minutos y ahora estaban entregadas a los besos y a las caricias.
Era Mireya la que llevaba la batuta. Claramente su experiencia en el sexo lésbico amedrentaba a Jennifer. Que ella hubiera dormido con varios hombres a lo largo de su vida no expresaba nada. Su corazón latía con mucha fuerza y si tenía que ser sincera, estaba un pelín avergonzada por el contacto directo de los senos de su novia encima de los suyos.
Eso, desde luego, no significaba que no le gustase.
Envolvió la cintura de Mireya con sus muslos y le arañó la espalda. Buscó un espacio debajo de su mentón para brindarle pequeñas mordidas y besos en el cuello. Sintió la piel humedecida por una delgada capa de sudor, y eso avivó con más fuerza su deseo.
Abrió los ojos y volvió a cerrarlos tras sentir los dedos de la otra mujer adentrándose en su cuerpo. Un pulgar presionaba en círculos por encima de su hendidura y la presión le causaba espasmos entre las piernas.
—Esto... es mejor de lo que había imaginado —sonrió Jenn a medida que los labios de Mireya descendían por su mentón y encontraban sus pechos vigorizados por la excitación.
—Date la vuelta.
Jenn obedeció colocándose bocabajo. Abrazó la almohada de plumas y arqueó la espalda para levantar el trasero. Mireya besó la línea de su columna y recorrió con su lengua hasta llegar a su lumbar. Una vez así, se pasó el cabello por detrás de los hombros, presionó las nalgas de Jenn y hundió la cara entre ellas.
La otra mujer lanzó un gritito seguido de unas encantadoras carcajadas.
—¡Mireya! ¡Espera! ¡Nooo!
—Aguarda. Tengo una idea. Quédate así.
—Está bien.
Jennifer miró por encima de su hombro mientras su amante encendía un vibrador y tras lubricarlo con su propia saliva, lo acercaba hacia su hendidura.
—¿Lista para recibirlo? —Preguntó Mireya.
—Mételo ya.
—Espera. Déjame contemplar este paraíso.
—¿Cómo se ve?
—Junta un poco las piernas.
—¿Así?
Al hacerlo, la intimidad de Jenn formó una línea brillante y húmeda. Estaba empapada tanto por sus propios fluidos como por la saliva de Mireya.
—Me quedaría pegada ahí toda la noche.
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[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]
RomanceMireya lleva 3 años de relación con Alice, y la ha mantenido escondida de su esposo y de sus hijas; pero el compromiso se hace cada vez más serio y Alice empieza a presionar a su novia para que revele la verdad. Abrumada por la culpa y amor en parte...