Capítulo 18
Caminaron hacia la puerta tomadas de la mano. Había dejado de llover y la humedad de la calle relucía con la luz de las farolas. El viento soplaba con una frigidez tal, que hizo a Mireya cerrarse los botones de la chaqueta que tenía sobre los hombros.
—¿Es tu casa? —Preguntó Odalis al ver la casa de dos pisos. La fachada etapa pintada de verde y tenía barrotes en las ventanas del primer nivel. Había un viejo Ford Focus modelo 2007 estacionado en la entrada.
—No. Me quedo con una amiga.
—Ah, vaya. Pues parece un lindo lugar —Odalis se detuvo y tomó a Mireya de ambas manos. La miró con un gesto de coquetería y le guiñó uno de sus ojos azules—. Me divertí mucho hoy.
—Siento que la lluvia haya arruinado la cita. Al menos no nos mojamos.
—¿En serio? —La mujer sujetó a Mireya por las caderas y buscó sus labios para darle un beso. No tuvo suerte—. Mmm. Bueno, ¿por qué no... vamos a un sitio para estar a solas? ¿Eh? ¿No te gustaría dormir calientita esta noche?
Mireya rió con un sonido nasal y se alejó un poco de Odalis.
—Oye, linda. No creo que debamos seguir viéndonos.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Se nota a kilómetros que sólo estás de curiosa en lo que al lesbianismo se refiere.
—¿Y qué hay con eso? —Susurró a su oído—. Quiero probar el sexo con una mujer. Dicen que los orgasmos son más intensos. ¿Eso es cierto?
—Podría ser.
—¿Y por qué no me lo enseñas? Quiero tus dedos en mí, Mireya. Házmelo. No sé qué esperas.
Esa era una buena pregunta, porque ni Mireya tenía una respuesta para eso. Aun así, en vez de atreverse a buscar una, decidió que ya había tenido suficiente de Odalis. Era la segunda vez que salía con ella y simplemente no le gustaba.
—Perdona, no.
—Cielos —resopló con los brazos cruzados—. Está bien. Sólo me hiciste perder el tiempo.
—Exacto —rió con sorna y sin alegría—. Soy una experta en lo que a eso se refiere. Buenas noches.
Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la casa. Odalis se puso colorada por la indignación y gritó:
—¡Te vas a quedar sola!
—Sí, sí —respondió Mireya sin interés—. Lo que digas, linda.
En cuanto entró a la casa, se asomó por la ventana para ver a Odalis marchándose para siempre de su vida. Suspiró aliviada y se giró, sólo para toparse con los ojos negros de Alba, la chica que había conocido en aquel horrible antro. Se había desmayado a sus pies después de sufrir de una sobredosis de alcohol y, por cosas del destino, habían acabado viviendo juntas.
—¿Qué? —Preguntó Mireya.
—Es la tercera chica que despides. ¿Eres alguna especie de rompecorazones o algo así? ¿No piensas en los sentimientos de las demás?
—Por favor —dijo sentándose sobre el sofá. Agarró un cigarrillo que estaba en la mesita de centro y lo encendió con el encendedor que siempre llevaba en el bolso—. ¿Crees que ellas sufren?
—Pues...
—No lo creo —dejó ir el humo por la nariz—. Litzy sólo quería darle celos a su novio, Analy era de esas chicas que salen a enseñar las tetas y a pintar monumentos, y Odalis sólo es una curiosa que no sabe lo que quiere. No tengo nada que hacer con ellas.
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[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]
RomanceMireya lleva 3 años de relación con Alice, y la ha mantenido escondida de su esposo y de sus hijas; pero el compromiso se hace cada vez más serio y Alice empieza a presionar a su novia para que revele la verdad. Abrumada por la culpa y amor en parte...