Parte 15

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Capítulo 15

Vanesa no esperaba que la mujer se pusiera a llorar en su primera cita. Quería tranquilizarla, darle un abrazo y decirle que todo estaría bien, y que esa tal Mireya sería golpeada por el karma un día de estos.

—Perdona —sollozó—. No sé qué pasa. Creí que ya no volvería a hablar de ella.

—Eh, calma —sonrió Vanesa. Le quitó la copa de whisky que no se había bebido y la puso de su lado. Llamó al camarero y le pidió que trajera un poco de agua mineral—. Creo que el alcohol te puso un poco sensible.

—Sí —respiró profundo para calmarse y se limpió los ojos con un paño—. No quería arruinar esto.

—No arruinaste nada, mujer. ¿Por qué no vamos a caminar un poco?

Al intentar levantarse, Alice sintió que se mareaba y volvió a su silla. Vanesa tenía razón. El alcohol la había golpeado. Últimamente estaba bebiendo cosas fuertes y, si no se controlaba, caería en las garras del alcoholismo. Esperó a que llegara el agua mineral y la bebió en pequeños sorbos. La garganta empezaba a arderle y tenía miedo de agarrar un resfriado.

—¿Ya estás mejor? —Preguntó Vanesa, después de un rato de silencio.

—Sí —Alice respiró otra vez y se forzó a sonreír—. Qué vergüenza llorar delante de una desconocida.

—¿Puedes levantarte? Un paseo no te vendría mal.

Salieron del bar y caminaron hombro con hombro por la banqueta. A esas horas de la noche, la vida nocturna de la ciudad estaba en su apogeo y había una gran cantidad de personas por la calle. Las discotecas y los restaurantes estaban llenos. Alice se esforzó por no recordar esas románticas cenas con Mireya y, para darse fuerza, se arriesgó a tomar la mano de Vanesa. Lo hizo como para decirse a sí misma que había pasado de página y que ya estaba preparada para fijar su atención en otra mujer.

—Realmente quieres olvidarla ¿verdad?

—Sí. Ojalá pudiera apagar mi mente y ya.

—Descuida —la maestra apretó su mano para mostrarle su apoyo. No esperaba llegar a nada sexual esa noche, pero al menos se la estaba pasando bien al lado de alguien tan en contacto con sus emociones. Personas así valían mucho—. La vida está llena de sorpresas. El dolor de hoy no será más que la risa del mañana.

—Creo que es claro que no somos compatibles. Tú eres muy positiva y yo... bueno, un pequeño desastre de emociones.

—Te comprendo. Estás pasando por una ruptura. Cualquiera con un corazón noble se sentiría sin energías. Lo mismo sucede conmigo. Hace poco terminé con una mujer que creí que era especial.

—¿Fue grave? ¿Dolió?

—Un poco. Yo busco familia. Quiero encontrar a una mujer con la qué casarme y formar una vida de pareja. Dime anticuada, pero ese es mi deseo.

—Yo pensaba lo mismo con Mireya. Iba a pedirle que se casara conmigo. Ahora, sepa Dios en dónde está. Se fue sin despedirse y, si te soy sincera, temo por su seguridad.

—Creo que eso es lo que más te preocupa —Vanesa se detuvo y la miró a los ojos—. Estoy segura de que si supieras que al menos está bien, te tranquilizarías.

Alice miró hacia las estrellas, que apenas se veían gracias a la contaminación lumínica de la ciudad. En alguna parte del mundo, estaba Mireya y posiblemente estaría sufriendo. No dejaba en duda que se lo merecía, pero eso no quería decir que le deseara la muerte.

—No creo que sea una suicida, pero valdría la pena investigar un poco sobre su paradero. Sólo quiero asegurarme de que está bien. Le deseo lo mejor.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora