Parte 32

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Capítulo 32

No la amaba. Tal y como ella había dicho, quizá nunca le alcanzaría el tiempo para hacerlo. Ambas eran distintas. Tenían enfoques diferentes y buscaban caminos separados: Vanesa soñaba con asentarse y tener una familia, mientras que Alice sólo quería trepar hasta convertirse en alguien muy importante para HardTec. Sí, quizá podrían intentarlo, pero ¿para qué arriesgarse a sufrir y forzar las cosas?

Alice suspiró en cuanto la vio quitarse el sujetador. Iba a echar de menos esas curvas sugerentes y esa sensualidad inherente a su ser. Apoyó los codos en la cama y separó las piernas para enseñarle a Vanesa el rocío que empapaba su sexo. Lo hizo sin timidez alguna, con el corazón palpitando con fuerza y los ojos puestos en esa expresión seductora.

Vane se acomodó abrazando las piernas de Alice con las manos. Llenó su lengua de saliva y la dejó caer sobre el pequeño clítoris de la mujer. Empleó las yemas de sus dedos para lubricarla y una vez que la tuvo como quería, no se lo pensó dos veces y hundió su rostro en ella.

—¡Oh, diablos! Te juro que es el mejor sexo oral que alguien me haya dado.

—¿No se compara al de Mireya?

—Por Dios, no.

Alice echó la cabeza hacia atrás mientras jugueteaba con sus pezones y meneaba la cintura para agrandar la fricción entre su coño y la lengua de Vanesa. Enredó las piernas en su cuello y bajó una mano para encajarla en su cabello rubio cortado a la altura de los hombros.

—Eso, preciosa. Chupa, chupa... oh, ¡rayos!

Vanesa rió. Usó dos dedos para entrar en ella. Abrió el espacio necesario al tiempo que usaba el dedo pulgar para estimular su punto de placer. Le mordió la parte interna de las piernas y volvió a cubrir su hendidura con la boca. El sonido de la succión se mezcló con los jadeos de Alice, y en cuanto esta sintió que se corría después de varios minutos con la boca de Vane sobre ella, llamó a la mujer y la acercó a sus labios para encajarle un magistral beso al estilo francés.

***

Terminaron fatigadas, como acostumbraba suceder en sus encuentros. Sólo que esta vez no se dieron arrumacos ni palabras tiernas. Se quedaron una junto a la otra, mirando al techo mientras recuperaban el aliento y estiraban los músculos.

—Esta vez fue más intenso que las veces anteriores —observó Alice—. Casi me arrancas los labios.

—Descubrí que las mordidas en esa zona también son deliciosas, si se hacen bien.

—La mujer que logre domar a tremenda leona como tú, será más que feliz.

—¿Eso significa que estás terminando conmigo?

Vanesa lo dijo sin reproche ni nada por ese estilo. Era algo que las dos ya sabían y actuaban con toda la razón de la que podían ser capaces.

Alice se giró hacia ella y le acarició la mejilla.

—Somos distintas y lo sabes. Tú misma lo dijiste: no estoy preparada para una relación amorosa. De hecho, creo que hice mal tratando de sanar mis heridas por la fuerza. Lo sé, lo admito: te usé para llenar un vacío que dejó Mireya, te ofrezco una disculpa por eso.

—Calma —rió Vane—. No es la primera vez que estoy en una relación así. Tiendo a ser muy intensa y las mujeres... bueno... se alejan de mí. En cuanto descubren que pienso en familia e hijos, algo en eso les aterra y se marchan. Supongo que no todas tienen planes de ser mamás. ¿Me estaré quedando anticuada?

—¡Tonterías! No pienses así. Cada mujer es distinta. Sólo debes encontrar a la adecuada y empezar a construir una relación bonita.

—Te entiendo, mujer. Calma. Has sido la amante menos tóxica que he tenido —Vanesa suspiró. Sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas que ella se esforzó por esconder.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora