Parte 55

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Capítulo 55

Iván se tragó la risa antes de cambiar la diapositiva. Movió lentamente el dedo sobre el señalador y se encargó de orientar su vista hacia la mujer en primera fila para ver su expresión estoica romperse en pedazos.

—Y aquí, caballeros, pueden notar cómo queda el organigrama para el siguiente año. Hice algunas correcciones y espero que entiendan que los tiempos cambian y tenemos que preocuparnos de que Turbosoft vaya por buen camino.

Gesticuló las manos mientras hablaba. Tenía que ser profesional y no mostrar lo mucho que disfrutaba con el rostro enrojecido de Jennifer.

—¿Alguna duda?

Nadie habló. Eso fue un poco decepcionante. Iván anhelaba escuchar lo que Jennifer tuviera que decir. Quería que ella protestara, que se doblegara y que dejara ver a la gata montesa que había dentro.

No sucedió así. Jennifer se tragó cada una de sus palabras y se quedó muy quieta en su asiento. Aun así, Iván se dio cuenta de que ella tenía sudor perlando su frente y que se humedecía los labios a cada minuto.

La había dejado afuera del organigrama. Básicamente, la había degradado y con eso, se había asegurado de que su carrera se truncara al menos dos años. Podía hacerlo y quería hacerlo. Para Iván, que las personas tuvieran lo que merecían era la única forma de hacer justicia en el mundo; y por supuesto que ninguna mujer desviada y trastornada por su sexualidad iba a burlarse de él.

La junta terminó media hora después de ese fallido intento por hacer que Jennifer explotase frente a todos. Iván se tomó su tiempo para guardar el proyector y apagar la computadora. Lo hizo con evidentes intenciones de quedarse a solas con Jenn para que ella al fin reaccionara de la forma en la que él quería.

"Vamos. ¿Qué pasa? Sé que esto fue como una patada en tus ovarios".

Su risa interna se esfumó al ver que Jennifer simplemente recogía sus papeles y salía de la sala de reuniones con la frente en alto y sin decirle absolutamente nada.

En cuanto Iván se quedó solo, la frustración lo terminó consumiendo y la rabia se apoderó de él, haciéndole cerrar la tapa de la laptop con tal fuerza que terminó por romperla.

***

Jennifer esperó a llegar a su habitación. Apenas se quitó los zapatos, se tiró sobre la cama y tomó una profunda inhalación. Un segundo después, se puso la almohada sobre la cara y ahogó en ella un grito cargado de furia contenida.

—¡Ese cabrón hijo de...! ¡Ayy!

Quería apretar las sábanas y patear algo. Sentía ácido en la boca del estómago. Era como si le hubieran cortado las manos. De una forma metafórica, era así. Iván tenía un cargo lo bastante alto como para mover el organigrama y con eso, desviar a Jenn de los ascensos y toda oportunidad de avanzar en su carrera en el futuro cercano. Y lo peor era que ella no podía quejarse. No había a quién acudir y como la compañía estaba reestructurándose, cada puesto peligraba. Era como patear una torre de naipes. Un mal movimiento y tanto ella como otros empleados podrían venirse abajo.

Lo lloró. No tuvo más alternativa que dejar que ese cabrón fuera el autor de sus lágrimas. Por mucho que intentó contenerse, el sentimiento fue demasiado. La cara le ardía como si la hubieran bañado con gasolina y prendido fuego. Una parte de ella quería levantarse, ir a la habitación de Iván y patearlo en las pequeñas, pequeñísimas pelotas que tenía. Eso no bastaría para emparejar el terreno, pero al menos disfrutaría con su dolor.

Una vez que su arranque se calmó, se sentó en el borde de colchón y respiró profundo varias veces. Intentó meditar, y se sorprendió de lo difícil que era poner su mente en blanco cuando habían tantas cosas en las qué pensar. Meditar parecía ser algo reservado para monjes con vidas tranquilas y no para una ejecutiva como ella.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora