Parte 10

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Capítulo 10

Por mucho que Alice quisiera mantenerse alejada de Mireya, el hecho de que trabajasen juntas dificultaba mantener la distancia. Tenía que verla al menos cuatro veces al día. Entraba a su oficina para traerle documentos y ella los firmaba para devolvérselos. Las dos sentían que debían hablar, pero ninguna se animaba a tomar la iniciativa.

A Mireya le pesaba la ausencia de su jefa. Era como si toda su vida hubiese vivido un engaño. Echaba de menos sus palabras de cariño, sus besos en la cama y las promesas de amor incondicional.

¿Incondicional? Ya veo que ni siquiera me querías.

—Eso es todo —dijo Alice sin alzar la vista de su computadora. Acababa de firmar unos memorándums que venían del jefe de sección—. Ya puedes retirarte.

Mireya metió los documentos dentro de la carpeta y se quedó parada delante de la mesa de Alice. Esta se empezó a poner incómoda y decidió que lo mejor sería portarse con profesionalismo. Se quitó los lentes y la miró.

—¿Hay algo más, asistente?

—Sólo quería saber si esto será así todos los días.

—Trabajas aquí. ¿Qué podría cambiar?

Mireya cambió el peso de una pierna a otra.

—Sobre nosotras...

—No hay nosotras —dijo Alice, sorprendiéndose por el rigor en sus propias palabras. Era como si alguien hubiese tomado control de su cuerpo. Una fuerza que no la dejaría dar marcha atrás—. Tuvimos una oportunidad para ser felices.

—No he dejado de amarte.

—Por desgracia, linda, el amor no es la mayor fuerza en este mundo. Despierta. No estamos en la telenovela de las cinco.

—¿Y si... arreglara mi vida con Diego? ¿Y si él y yo...?

Aquello llamó la atención de Alice. No sabía si Mireya hablaba en serio o sólo tanteaba el terreno.

—Bueno...

—Lo dijiste —replicó Mireya y cruzó los brazos—. Dijiste que querías darnos un tiempo para retomar nuestra relación. Ya pasaron dos semanas.

—¿Y ya le dijiste a tu esposo sobre lo que había entre nosotras?

—Pues... no. No tengo por qué decirle nada. Sólo lo dejaré y ya.

—Merece una explicación.

—Me niego a dársela. No tiene que enterarse de que salía con una mujer y menos con mi jefa.

—Te niegas a decirle sobre mí. Me sigues ocultando como si fuera un error.

La cara de Mireya enrojeció y aporreó las manos sobre el escritorio. La carpeta que tenía cayó al piso.

—¡¿Qué más quieres de mí?! ¡¿Quieres que salga y grite a todos en la empresa que tú y yo éramos amantes?! ¡¿Quieres que publique nuestras fotos en los periódicos?!

—No te estoy pidiendo eso —respondió la otra, haciendo esfuerzos por conservar la calma—. Te digo que afrontes las consecuencias de tus actos. Diego merece saber por qué estás terminando con él. Es un buen hombre.

—Demasiado bueno para mí, y lo acepto. Lo acepto, pero ya no lo quiero. Es a ti a quien deseo. Eres mía, Alice.

El sexto sentido de Alice volvió a activarse y algo en ella se sintió como si fuera el último filete en una carnicería. Vio en los ojos de su ex novia un amasijo de rencor y desesperación. Una mezcla de caos y miedo que no pudo soportar. Después de tres años de relación, apenas estaba conociendo esta parte posesiva de ella.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora