Capítulo 7
La reunión aún no había terminado, pero a Mireya no le importó en lo absoluto. Cerró la tapa de la laptop de su esposo y se paró delante de él con los brazos cruzados.
—¡Oye! —Gritó el hombre—. ¡¿Qué te pasa?!
—Explícame por qué enviaste a una desconocida a recoger a las niñas.
—¿Desconocida? No era ninguna desconocida —se levantó de la silla y se sirvió un vaso de agua del refrigerador. Era su forma de calmarse. La apuró de un solo trago y continuó—. Trabajo con Jennifer y es de confianza.
—¿Ah, sí? ¿Y por qué no fuiste tú? ¡Claro! El "asistente" está más ocupado con su trabajo. Prefieres estar en esa estúpida junta que ir a buscar a mis hijas y pasar tiempo con ellas. ¿Y bien? ¿En dónde demonios están ahora?
—Jennifer las llevó a desayunar.
Al escuchar eso, la sangre de Mireya hirvió como la lava y sus ojos casi se salieron de sus órbitas. No había manera de que consintiera semejante acto por parte de Jenn. ¿Llevarse a sus niñas a comer? ¡Eso lo había sugerido Alice para convivir con ellas!
—Llámale a esa mujer y dile que traiga a mis hijas de regreso a mi casa.
—En primera no son tus hijas, son nuestras; y en segunda, esta es mi casa. Mi padre me la dejó como legado. Ahora, lárgate y déjame seguir con mi trabajo.
Diego volvió a sentarse, se colocó los audífonos y regresó a la junta. Su indiferencia causó que Mireya se pusiera más furiosa que antes. Exasperada por el comportamiento de su marido, decidió dejarlo solo y subir de vuelta al dormitorio. Cerró la puerta con llave y se tiró a la cama, dispuesta a no salir en lo que quedaba del día.
***
Las voces de sus hijas llamaron su atención. Mireya abrió la puerta y se asomó como una ladrona para ver lo que pasaba en el primer piso. Su ceño se frunció al notar que Jennifer estaba en la puerta y charlaba con Diego como si fueran algo más que compañeros de trabajo. Hablaban en voz baja, aunque por las risas que lanzaba Jennifer, quizás estaba escuchando algo realmente gracioso. Por un momento, Mireya pensó que su esposo estaba contándole sobre ella.
"Sí, la pobre tonta se enojó porque tú fuiste por las niñas"
"Pues que torpe es tu esposa. Deberías dejarla y venirte conmigo"
"Es buena idea. Nos vemos en el motel"
O al menos eso creía ella que estaban diciendo.
Lo peor fue cuando Jennifer se puso de puntitas para darle un beso en la mejilla, y este no hizo más que sujetarla del hombro y darle una rápida caricia a modo de despedida. La mujer se marchó y Mireya se quedó, de nuevo, en ese estado de impotencia y sin saber qué decir para remediar la situación.
Tenía que ir con Alice y encontrar consuelo en ella cuanto antes.
Regresó al dormitorio y se vistió. Salió justo cuando su esposo subía las escaleras para ir a verla.
—¿Ey? ¿A dónde vas?
—Voy a salir con una amiga.
—Pensé que pasaríamos el día juntos, en familia.
—No, gracias —dijo ella sin mirar atrás. Cerró la puerta con un golpe y subió con prisas a su coche.
Diego la miró marcharse y exhaló contrariado por el comportamiento de su esposa. Le dolía verla así y pensó en qué podría hacer él para que su ánimo mejorara. ¿Tal vez debería disculparse? ¿Por qué, exactamente?
ESTÁS LEYENDO
[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]
RomanceMireya lleva 3 años de relación con Alice, y la ha mantenido escondida de su esposo y de sus hijas; pero el compromiso se hace cada vez más serio y Alice empieza a presionar a su novia para que revele la verdad. Abrumada por la culpa y amor en parte...