Capítulo 3
Entró a la habitación luego de darse una larga ducha. Vio a su esposa recostada en la cama y distraída con su celular. Diego sonrió y se subió al colchón
—¿Un rapidito? —Preguntó con una mirada lujuriosa.
—¿Rapidito? No, gracias. Tienes el aguante de un toro.
—Pensé que eso era bueno. Anda —dijo acariciándole las piernas—. Sólo para dormir bien. Hace tiempo que no tenemos relaciones.
—No tengo ganas —explicó ella—. Mejor mañana.
Diego rodó los ojos. Estaba harto de la situación. Esta era la cuarta o quinta vez que ella lo rechazaba, y él empezaba a cansarse. ¿Es que ya no le resultaba atractivo? ¿Había ganado peso? Lo dudaba. Sabía que no era precisamente un modelo de lencería masculina, pero se conservaba bien.
—Buenas noches —dijo y se envolvió con las sábanas. Le dio la espalda y apagó la lamparita junto a la cama.
La culpa invadió a Mireya y dejó el teléfono sobre el buró. Se giró hacia su esposo y le acarició el hombro. No sabía cómo decirle que ella ya no creía en su matrimonio y que pronto le pediría el divorcio. ¿Cómo se lo tomaría él? Diego era un sujeto sensible, a pesar de su apariencia viril.
—Lo siento.
—Sí, no pasa nada.
Ella quiso añadir algo más, pero decidió no hacerlo. Apagó la lamparita de su lado y se preparó para dormir.
***
El malhumor de Mireya se prolongó hasta el día siguiente, y lo externó a modo de largos y cansados suspiros que llamaron la atención de Alice.
—¿Sucede algo? —Preguntó ella. Apartó la vista de los documentos que leía y se concentró en su novia. Mireya picaba con un tenedor una ensalada de frutas.
—Es Diego.
—Ah, sí. Vino a mi oficina ayer. Me trajo unos documentos.
—¿Hablaron algo sobre mí?
—No. ¿Qué sucede?
—Ayer lo volví a rechazar. Quería sexo y ya no quiero dárselo. Ya van varias veces que le digo que no.
—La relación se deteriora más ¿no es cierto?
—Sí.
—Dile, Mireya. Acaba con esto.
—Lo haré en su momento. No presiones, amor.
—Es que...
—Me queda una hora —interrumpió—. ¿Quieres hacer algo aquí, en tu oficina?
—Sigo un poco ocupada. ¿Por qué no vuelves a tu lugar? Te veré a las tres.
—Esperaba pasar un rato contigo.
—Estoy trabajando, Mireya. Ya te dije que la relación que tenemos en el trabajo no es la misma que cuando salimos de aquí.
—Es verdad... y no me gusta —resopló con desdén y se puso de pie—. Bueno. Te veré al rato. Te amo.
—También te amo, linda. Y nada de malos pensamientos.
Lo decía fácil, y no lo era.
Mireya salió de la oficina y volvió a su cubículo para seguir trabajando como el robot que la compañía esperaba que fuera. Tecleó con la misma monotonía con la que lo había hecho siempre y no pasó mucho tiempo para que se cansara de ese trabajo. Era agotador y estresante en más de un sentido. Parecía que su vida estaba limitada a esas cuatro paredes grises y a la computadora.
ESTÁS LEYENDO
[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]
RomanceMireya lleva 3 años de relación con Alice, y la ha mantenido escondida de su esposo y de sus hijas; pero el compromiso se hace cada vez más serio y Alice empieza a presionar a su novia para que revele la verdad. Abrumada por la culpa y amor en parte...