Parte 39

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Capítulo 39

Estaban inmóviles y contemplaban el techo como si pudieran ver en él un mundo diferente del suyo. El ventilador sobre ellos giraba y giraba con una espiral echa con marcador que la misma Clary había dibujado años atrás. La canción Crazy, de Aerosmith, sonaba a todo volumen en el estéreo, y aquella era toda la banda sonora que necesitaban para relajarse.

Cristian estaba en su mejor momento. Cuando Clarisa lo metió a su cuarto, creyó que sucedería lo inevitable: que se quitarían la ropa y harían el amor como un par de poseídos, incapaces de resistirse el uno al otro; y aunque sí habían intercambiado algunos besos en los labios, cuando la música empezó, los dos se quedaron acostaditos escuchando la letra y repitiéndola en su mente.

—¿Sabes? —Clarisa puso las manos sobre el abdomen y habló con los ojos cerrados—. Esto es relajante.

—¿Qué cosa? ¿Escuchar música al lado del chico que te gusta?

—Sí —respondió con una tímida sonrisa—. A nadie de mi familia le gusta Aerosmith. Cada vez que los pongo, mi papá y mi hermanita me dicen que le baje el volumen y ponga algo menos ruidosos.

—Estos niños sin cultura —suspiró Cristian—. Eres la primera chica que conozco a la que le gusta el rock.

—No inventes. De seguro hay más.

—Uhm, no lo invento. O puede que yo no conozca a tantas mujeres como pienso. En fin, no importa. Esto es genial.

Clarisa tomó el control del estéreo y subió el volumen justo cuando empezó el coro. Los dos tararearon al mismo tiempo mientras se tomaban de las manos y permitían que la música los envolviera.

Permanecieron así durante un rato más, hasta que alguien llamó varias veces a la puerta. Clarisa no quería abrir. Deseaba seguir inmersa en la voz de Steven Tyler e imaginarse que estaba ahí, en un concierto en primera fila.

Pero la persona al otro lado siguió insistiendo. La chica maldijo para sus adentros y se levantó de la cama. Asomó la cabeza al pasillo y vio, con sorpresa, que se trataba de su madre.

—¿Interrumpo algo?

Clary puso los ojos en blanco y abrió la puerta por completo para enseñarle a Mireya que estaba vestida y que no hacía nada pervertido con Cristian (por mucho que lo hubiera planeado así).

—Sólo escuchamos música.

—Hola, Cris —saludó Mireya y quiso entrar. Clarisa no se lo permitió y salió antes de su cuarto.

—¿Qué ocurre?

—Hey, calma. No me veas con esos ojos.

—Es mi mirada normal.

—Sí, claro. Como si no pudiera leerte la cara —Mireya se aclaró la garganta antes de seguir hablando—. Baja. Tu padre... uhm, bueno, será mejor que lo escuches por tu cuenta.

—¿Qué dices? —La joven cruzó los brazos—. No me digas que se volvieron a pelear.

—Es más serio que eso.

La expresión rígida de Mireya hizo que Clary se concentrara en lo que ocurría. Le dijo a Cristian que volverían en un rato y siguió a su madre por las escaleras.

—Más vale que sea importante.

—Lo es —respondió Mireya, lanzándole un vistazo por encima del hombro—. Y es grave.

—¿Qué?

Al llegar a la estancia vio a Diego estaba sentado en el sofá. Carlos abrazaba a Lucy mientras ella lloraba y se frotaba los ojitos como si quisiera arrancárselos. Los sollozos de la niña eran los únicos sonidos que rompían con el mutismo de ese momento. Clarisa dedujo que sea lo que fuere, no iba a terminar bien.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora