Parte 48

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Capítulo 48

Antes de que el drama con Alice terminara y de que su matrimonio con Diego se fuera por la cañería, Mireya nunca había pensado en lo gratificante que sería arropar a Lucy. Ahora disfrutaba del momento como si estuviera tratando de recuperar el tiempo perdido.

El ritual para dormir de Lucy empezaba con un baño con espuma en la tina, seguido de cien acicaladas con el cepillo para mantener su cabello lacio y brillante. Ropa de dormir cómoda, un perturbador peluche de pato para que la acompañara, un vaso de leche con chocolate y por supuesto, un beso de buenas noches. Y Mireya había estado haciendo eso sin faltar un solo día desde que volvió a su antigua casa.

—Extraño a papá —dijo Lucy—. Hoy no pude hablar con él y dijo que me llamaría a diario.

—Tú papá ha estado ocupado con su nuevo empleo —explicó Mireya mientras recogía algunos juguetes—. Ya lo verás el próximo fin de semana.

—¿Y si se aburre de mí y se casa y tiene otra hija?

Tema delicado, pensó Mireya. La verdad era que no deseaba responder a esa pregunta. Diego ya era libre (al menos en esencia, todavía tenían que ver los papeles del divorcio), y podía estar con la mujer que quisiera y tener los hijos que se le viniera en gana. ¿Cómo se le dice eso a una niña de nueve años?

—¿Y qué piensas de Jennifer? —Preguntó para cambiar la plática.

—Me cae bien —Lucy abrazó el peluche de pato y se sentó con las piernas dobladas—. La abuela Abigail dice que será mi nueva mamá. ¿Es cierto?

—¿La abuela? —Mireya dobló las cejas—. Cariño, a veces las personas adultas dicen cosas sin pensar.

—¿Entonces no es mi abuela?

—No, a menos que Jennifer y yo nos casemos.

Lucy sonrió.

—¿Y se van a casar? ¿Voy a tener dos mamás? Espera, ¿cómo van a tener hijos si las dos son mujeres?

—Andas de pregunta ¿no?

—Tengo nueve años —se justificó la niña.

Mireya estaba cansada y quería terminar con esa conversación, que se estaba volviendo un pelín incómoda. Se acercó a la cama y le dio a Lucy un beso en la frente.

—Jenn sólo es mi novia, pero ella te quiere tanto como si tú fueras su hija. Eso es lo único que debe importarte ¿sí?

—Está bien —dijo la niña, no muy convencida.

—Entonces pasa buenas noches —le dio un segundo beso y salió del cuarto.

Antes de ir a su dormitorio, pasó junto al de Clarisa y miró la puerta como si pudiera ver lo que pasaba al otro lado. Sabía que era su deber hablar con su hija sobre el tema de Jennifer. El problema era que no sabía cómo hacerlo sin empezar una discusión.

Aun así, jaló aire, tronó el cuello y entró al cuarto.

Clarisa estaba frente al espejo, modelando un lindo vestido rojo pasión que le llegaba hasta la mitad de los muslos. Era una prenda bastante sexy como para usarla de pijama. Además, se estaba tomando fotos mientras hacía gestos tiernos y miradas tentadoras. Al dar la vuelta, la falda se alzó y reveló un sexy conjunto de ropa interior.

—¡Ejem! —Exclamó Mireya.

Clarisa se ruborizó al ver a su madre y dejó el teléfono sobre la mesa.

—Debiste tocar antes de entrar.

—Sigo siendo la mujer de la casa.

—¿Ah, sí? —Dijo Clary—. Yo compartí esa responsabilidad durante un tiempo. Está cabrón.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora