Parte 34

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Capítulo 34

En cuanto Diego terminó la presentación, Matilda se quedó mirándolo fijamente como si esperase a que dijera algo más. Sus ojos no expresaban ninguna clase de simpatía y tampoco lucían emocionados.

—Entonces... tu idea es crear un mundo virtual programado en tiempo real por una I.A ¿verdad?

—En esencia, sí; pero Edén es algo más que una proyección. Es un nuevo mundo.

—Como Matrix.

—Similar. La única diferencia es que nadie correría peligro. Creo que hay un mercado bastante amplio que podríamos explotar: gente con discapacidad visual, personas que han sufrido accidentes...

—Deportistas que quieran entrenar en un ambiente controlado, investigadores que busquen entornos programados para sus experimentos y un sinfín de adolescentes cuyos padres pagarían miles de dólares con tal de deshacerse de sus hijos por un rato y dejarlos en el mundo virtual.

Las ideas fueron yendo y viniendo para Matilda. Cada una la seducía más que la otra. Era una pena que Diego solamente pensara en aplicaciones tan cotidianas cuando su idea tenía tantas posibilidades. Y si tenía que ser sincera, no dudaba de la capacidad de Génesis para manipular dicha simulación.

—Me gusta —dijo al fin.

Diego sonrió, avergonzado. Tosió para despejarse la garganta y se paró muy derecho y con las manos en la espalda.

—Gracias. Es un honor que piense eso de mi idea.

—¿Se la has presentado a alguien más?

—En TurboSoft, durante mi entrevista de trabajo. Así me gané el puesto de asistente.

—¿Y qué te dijeron?

—Que... la idea era muy de ciencia ficción, pero que la forma en la que me expresaba les parecía competente para el puesto. Toda mi carrera giraba en torno a ganarme un ascenso en esa compañía hasta que... bueno... me despidieron.

—¿Estás despedido? —Matilda abrió los ojos de par en par.

—Auch —dijo Génesis.

—¿Y qué haces aquí? Bueno, sé que Génesis te dejó entrar, pero...

—Mi vida no está yendo por buen camino —confesó el hombre con una mirada melancólica—. Perdí mi empleo, mi matrimonio se fue a la basura y...

—Sí, sí. Escucha, no me interesan tus problemas personales.

—Entiendo —dijo bajando la mirada.

—La idea, sin embargo, es lo más prometedor que he escuchado en los últimos meses.

—¿Más prometedor que el proyecto Nefilim? —Preguntó Génesis. Su expresión sonriente hizo que Matilda se pusiera roja.

—No hables de eso.

—Perdone, creadora. Es sólo que... oh, estas capas de seguridad son demasiado débiles para mi cerebro.

—Bueno —Maty carraspeó y siguió hablando—. Tu idea me interesa. Creo que podemos desarrollarla y tener un prototipo estable en poco tiempo —hizo una pausa mientras contemplaba al individuo delante de ella. Le parecía patético en cierta medida: los pantalones sucios, la camisa desfajada, el pelo grasiento y sin afeitar—. Debes tener más cuidado con lo que dices. No puedes ir por ahí regalando ideas sin una compañía que te defienda en caso de robo.

—Esta era mi última oportunidad. No quería irme sin verla antes. Siempre ha sido un modelo a seguir para mí.

—¿A dónde ibas?

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora