Parte 38

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Capítulo 38

A Mireya le gustaba besar, y mejor si se trataban de los suaves labios de una mujer. Había fantaseado con probar la boca de Jennifer desde que platicó con ella en la escuela el día que fueron a ver a Lucy, y desde entonces, no había dejado de pensar en lo agradable que era.

Y vaya que sabía besar. El movimiento natural de su boca armonizaba perfectamente con el suyo. Mireya Ladeo la cabeza para que sus narices no se rozaran tanto y, al intentar alejarse, grande fue su sorpresa al ver que Jenn la perseguía como una abeja sigue una flor. Mireya sonrió y continuó besándola de forma pausada y fogosa. Se pegó más a ella, arañándole los muslos con los dedos.

La fricción prendió a Jenn. No tenía ningún pensamiento más allá del apetito carnal que le suponía besar a otra mujer. Era un terreno nuevo e inexplorado. Un terreno que suponía toda una serie de posibilidades ahora que se dejaba llevar por el placer.

Jennifer fue la primera en separarse. Sentía que su rostro iba a reventar por el calor. Su pecho no dejaba de palpitar y le sudaba la frente. Tenía tanta vergüenza, que no supo dónde esconder el rostro. Salir corriendo de la casa no sería lo más cool de su parte, y tampoco podía ignorar que acababa de darle un beso a Mireya. Un beso a toda regla. ¿Por cuánto tiempo habían estado pegadas como sanguijuelas?

Eso fue... increíble pensó.

Pero Mireya tenía la solución para su nerviosismo. Sonrió sin alejar su rostro y le acarició los labios con el dedo pulgar. Le dio un besito en la punta de la nariz y se pegó más a ella, sosteniéndola por la pierna que revelaba la falda de su vestido.

—¿Estás bien, hermosa? —Preguntó en el tono más dulce del que fue capaz.

—Sí. ¿Tú?

—De maravilla.

Jennifer se bajó un poco el vestido para no enseñar tanta carne, pero tampoco fue demasiado. Por la posición en la que estaba, sus piernas estaban totalmente expuestas y la mano de Mireya estaba tan arriba, que casi le rozaba una nalga. Aun así, no tuvo el valor para decirle que se apartara. En parte porque le gustaba y por otra, no quería incomodarse más con la situación.

—¿Y qué va a pasar ahora? —Preguntó Jennifer, haciendo ricitos con el cabello igual que una colegiala.

—Pues ya habíamos quedado en que me enseñarías a bailar y... de verdad quiero aprender.

Jenn rió cómo una niña.

—Está bien, aunque sería tonto enseñarte en plena cita. Tienes que prepararte desde antes.

Mireya sonrió y subió los pies en el sofá. Apoyó el codo en el respaldo y apartó la mano de la pierna de Jenn, para ponerla sobre la suya y tomarla de los dedos. Le acarició los nudillos y le dio un besito en el hombro.

—¿Y qué estás sugiriendo?

—Uhm. Que... podrías venir a mi casa para que te enseñe unos pasos.

—¿De verdad? Suena interesante. ¿Cuándo?

—¿El sábado por la mañana?

—Déjame revisar mi agenda. Tal vez tenga compromisos.

—Ay, sí —rió Jenn—. Muy solicitada ¿verdad?

—Hay una larga fila de mujeres. Alégrate. Estás de primero.

Jennifer volvió a reír y se pasó el cabello detrás de las orejas. Mireya aprovechó esa leve distracción para sujetarla de la barbilla y atraerla a sus labios. La reclamó como si esa boca le perteneciera.

[Terminado] A mamá le gustan las mujeres [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora