89.- Nieve

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Aquella mañana de domingo en las residencias se respiraba calma, hasta que...

- ¡Está nevando! - exclamó Kirishima.

Él, Ashido y Mineta corrían hacia la puerta principal, con la intención de coger sus respectivos calzados y salir al exterior.

- ¡Tened cuidado, no vayáis a resbalaros! - nos advirtió Iida.

- ¡Eso no es importante! - contestó Kirishima - ¡Además, siempre puedes secarte con una toalla!

- Las toallas también se humedecen y enfrían - dijo Yaoyorozu.

Por supuesto, a Kirishima se le ocurrió la genial idea de quitarse la camiseta para que no se le mojase con la nieve. 

Salí al patio trasero y alcé la vista, sintiendo los pequeños copos de nieve impactando levemente contra mi rostro. El frío aire hacía que me picase la nariz al respirar, y cada suspiro se convertía en una pequeña nube de vaho, pero todo era tan perfecto en ese momento... Pero fue a mejor.

- Hola, preciosa - oí en mi oído mientras unos brazos rodeaban mi cintura por la espalda.

- ¡'Toshi! - exclamé, girándome para mirarle a los ojos - Me has asustado. ¿Qué haces aquí?

- Vi que estaba todo cubierto de nieve, y pensé que estaría bien hacer un muñeco de nieve juntos - comentó - Como cuando éramos pequeños.

- ¡Sí sí sí, deberíamos! - respondí, dando saltitos por la emoción.

- Tienes la cara rosita por el frío - rió Hitoshi - Ahora pareces todavía más un albaricoque.

- ¡No es verdad! - respondí, sonrojándome.

- La verdad es que Shinso tiene razón - confirmó Iida, que acababa de salir por la puerta - Sí lo pareces.

- ¡Iida! - saludé, con una sonrisa - ¿Qué haces aquí?

- ¿Os importa que me quede aquí? - preguntó Iida - Quería disfrutar tranquilamente un rato de la nieve, pero por el otro lado del edificio están haciendo mucho el bruto.

- ¡Claro, quédate! - dije, emocionada - Vamos a hacer un muñeco de nieve, ¿te apuntas?

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~ Narrador: Shinso ~

Una mirada firme fue suficiente para que Iida reaccionara y dejara de observar a Anzu con cara embobada.

- N-no, tranquila, me quedaré aquí en las escaleras - respondió, algo nervioso.

- Amor, ¿por qué no empiezas a montarlo y ahora voy yo? - pregunté.

- ¿Por quéeeeeee? - inquirió, poniendo una cara triste.

- Tengo que hablar con Iida de una cosita, pero no tardaré - expliqué - Ve a divertirte, yo ahora voy.

- Vaaaaleeee - respondió con una sonrisa.

Anzu se alejó de nosotros, dejándonos a Iida y a mí solos, así que yo me senté en los escalones sin dejar de observarla.

- ¿Anzu lo sabe? - pregunté.

- ¿Sabe el qué? - inquirió él.

- ¿Sabe que te gusta? - lo miré a los ojos.

Su rostro se tornó rojo, y apartó la mirada.

- Anzu e-es solo una amiga para mí - respondió.

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