IV

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La pizarra del vestíbulo pronto se llenó de fórmulas y ecuaciones. Cinco escribía y borraba valores a gran velocidad. A su lado sentado en el banquillo de madera, Klaus se esforzaba por mantener los ojos abiertos. Ya había rechazado unas tres veces los aperitivos ofrecidos por su madre. Se había entretenido un rato viendo a Diego haciendo uso de su afinada puntería en uno de los cuadros exhibidos sobre la chimenea. Vanya había salido a impartir lecciones de violín y no volvería hasta la mañana siguiente. Luther seguía inmerso en sus peleas clandestinas y Allison se había retirado a dormir desde hace dos horas.

Realmente no entendía nada de lo que estaba leyendo y si seguía bostezando acabaría quedándose dormido allí mismo. Era su segundo día junto a Cinco y no sentía estar siendo de ayuda en lo absoluto. Claro que Cinco ya le había advertido que no necesitaría de él hasta que los cálculos cuadraran para evitar equívocos al realizar el salto en el tiempo, pero Klaus ya estaba cansado de mantenerse al margen. Sabía que la única razón de que Cinco lo mantuviera allí era para vigilar que no ingiriera ninguna sustancia vulgarmente catalogada por él como tóxica.

-Necesito ir al baño- dijo a mitad de un nuevo bostezo. Cinco le concedió la ausencia con un ademán, sin volver ni un segundo su atención de las ecuaciones que crecían en complejidad a medida que borraba y volvía a llenar la pizarra. A Klaus se le antojó estar viendo a un profesor universitario, demasiado joven para su profesión pero Cinco había nacido con un intelecto bastante desarrollado. Bien que mal había logrado atravesar las barreras del tiempo y el espacio para viajar a través de ellas y modificar eventos a su criterio.

Le costaba pensarlo como un viejo atrapado en el cuerpo de un adolescente. Aún si Cinco afirmaba y reafirmaba pertenecer a una época diferente a la actual. Verlo así le traía buenos recuerdos de la academia.

Con un deje melancólico en las pupilas, Klaus dejó de observar la silueta del chico y procedió a subir las escaleras para ir al servicio.

Era su única oportunidad para escapar. No tenía idea de si Cinco pensaba dormir un poco, pero luego de verlo beber su cuarta taza de café en el día, lo dudaba. Lo mejor era salir cuanto antes a buscar algo de mercancía. Unas líneas y dormiría plenamente, sin preocupaciones absurdas o pensamientos contrariados.

Solo debía actuar rápido.
***

Algo iba mal en la ultima ecuación. La más importante de todas. Cinco lo constató al verificar los resultados en las notas de su primer viaje en el tiempo. Su cálculo siempre partía del valor 0 de una partícula en el infinito que representaba la materia, en cuyo caso era su cuerpo, y el valor, tanto del parámetro, como de la energía de impacto con la que atravesaba los agujeros de gusano. Había que determinar la distancia radial exacta, asi como el centro de gravedad y fuerza. Ejes, declinaciones, coordenadas, las trayectorias parabólicas e hipérbolicas. Conforme anotaba, más y más cálculos afloraban en su mente.

Al final el resultado de la integral descompuesta daba un valor positivo. Caso contrario a su primer viaje.

¿Qué estaba excluyendo?

Se sentía extenuado. Las mangas de su saco estaban impregnadas de tiza y le costaba enfocar la mirada debido al sueño.

Quizá debería dejarlo para otro día. Necesitaba estar bien espabilado para continuar desplegando los cálculos.

Había sucesos que todavía no ocurrían en ese presente. Debía aguardar un poco para poder hacer el correspondiente salto. Si se equivocaba otra vez...

Un estremecimiento lo sacudió por dentro al recordar aquel futuro postapocaliptico y su perpetuo recorrido por el mismo. Prefería beber directamente cianuro a tener que afrontar otra vida errando solo. Dolores había sido una buena compañía, pero no era suficiente. Nunca nada lo era.

Quid pro quo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora