Cinco tensó los párpados y frunció los labios con evidente irritación al oír los fuertes e insistentes llamados a la puerta. Hasta hacía pocos minutos había estado durmiendo apaciblemente, lejos de toda perturbación mental. Seguro era Klaus. Ese idiota nunca entendía elucidaciones. Apenas la noche anterior se atrevía a presentarse, a trastocarlo, lastimarlo y despertar emociones dormidas. Se creía con el derecho a remover toda la basura entre ellos y ¿Por qué?
Ya le haría entender que lo que tenían murió el día de la ridícula fiesta.
Adormilado, Cinco avanzó a tientas por el corredor. No terminó de quitar el seguro cuando fue empujado fieramente del pecho para luego ser sostenido en vilo de las solapas de su pijama.
No obstante, su expresión demudó al insondable desconcierto al encontrarse con Ben y no con Klaus. Repentinamente la cólera creció dentro de él. Era el colmo.
¿Acaso pensaba echarle en cara aquello que tan descaradamente le había arrebatado?
Valiéndose de su habilidad, Cinco se liberó de la prisión que el brazo de su hermano adoptivo ejercía en su tráquea para teletransportarse varios metros atrás del recibidor.
—¿Te pusiste de acuerdo con Klaus para venir a hacerme sentir más miserable?— gesticuló mirandolo con desconfianza y marcada displicencia, acomodándose el cuello del pijama.
El rostro inescrutable de Ben apenas se alteró por lo dicho. Cerró los ojos y la extremidad en su pecho se extendió rauda hasta alcanzar a Cinco, enroscandose velozmente en torno a su plexo, restringiendole todo rango de movimiento.
Viendose apresado y suspendido dos metros en el aire en medio del poderoso tentáculo, e imposibilitado para hacer uso de su teletransportacion, Cinco resopló con hastío. No le quedaba más remedio que hablar con ese imbécil. Entonces comprendió, al bajar su mirada al rostro compungido de Ben, que algo no andaba bien. No quería pelear, eso era evidente. De lo contrario no se habría limitado a restringirlo de ese modo. Además...estaba llorando.
De repente Cinco oyó la agitación de su propia respiración en el aire.
—¿Ben?— dudó, y su cuerpo, que antaño fungiera como contenedor de una ira abismal, se puso rígido. La sola visión de Ben llorando le erizó la espalda. Definitivamente algo iba mal.
Despacio Ben lo soltó. Cinco hizo uso de sus agudos reflejos y aterrizó sobre sus pies.
—¿Qué diablos le dijiste a Klaus?
La mirada de Cinco se trocó soberbia. Inconscientemente volvía a ponerse a la defensiva con el tema. Odiaba recordar constantemente lo ocurrido. Sólo quería olvidarlo. Era demasiada humillación para soportarla. Era Cinco Hargreeves. Se había enterado antes que nadie del apocalipsis, incluso lo había aplazado. Su propio padre tenía un cuadro de él sobre la chimenea. Todos lo tomaban por un genio, y en cambio, había quedado reducido a cenizas por una simple infidelidad que no era tal.
Nunca debió confiar en Klaus. Jamás debió permitirle traspasar sus barreras sentimentales y trastornarlo de esa manera.
—Le dije lo que vi— su semblante se endureció de nuevo ante la remembranza del Klaus despreocupado que lo había buscado apenas la noche anterior—. A ustedes dos juntos. Le dije que estaba bien pero que dejara de fastidiarme. Ahora ¿Vas a decirme a que has venido?, ¿Te pidió Klaus que trataras de mediar entre nosotros o algo así?
Cinco frunció el entrecejo ante la risa histérica y desinhibida de Ben. Al igual que a Klaus, casi no lo reconocía. Parecía tan seguro de si mismo ahora, y además no tenía reparos en usar su habilidad, aún contra su propia familia. Vaya hilarancias de la vida.
—Klaus esta en el hospital. Sufrió una sobredosis esta tarde.
Uno, dos, tres pestañeos le tomó a Cinco procesar aquellas crudas palabras. El corazón le daba tumbos contra el pecho. Un severo ardor pareció aguijonearle los ojos. Su aliento se cortó de golpe.
—¿Cómo?— su actividad neuronal sufrió una incomprensible conmoción. Su rostro palideció hasta perder todo rastro de color y su cuerpo quedó yerto.
—¿Cinco?
El mundo le dio vueltas y de pronto lo succionó en una espiral de confusión y oscuridad que lo devoró entero.
***Le había tomado varios intentos salir del trance, del terrible estupor inducido por la droga. Cuando volvió en sí, lo primero que Klaus vio fue el ruidoso monitor de signos vitales. La mascarilla de oxígeno le obstruía la vista, así que se la quitó y deseó arrancarse el suero del brazo también, pero su acción se vio interrumpida al reparar en el bello muchacho que yacía sentado, con los brazos cruzados y dormitando a un costado de la camilla.
—Cinco...— su ángel de ojos azules estaba ahí.
¿Habría muerto?
Desorientado, Klaus volvió la mirada hacia la pantalla que exhibía sus signos vitales estables. Sacudió la cabeza y descartó la terrible idea.
Todo lo que podía recordar era aquel polvillo blanco y las descomunales ansias por librarse del dolor emocional.
Que estúpido había sido. Siempre le ocurría. No era la primera vez que se excedía, pero si la primera en la que lo hacía con una razón de por medio y no accidental.
Pensativo, Klaus sufrió un pequeño sobresalto cuando la cortina fue descorrida por Ben. Aparentemente el día si podía ser más extraño.
—Le he dicho unas diez veces que se vaya a dormir— profirió Ben, señalando a Cinco con la barbilla—. Pero es tan terco como tú. Ahora entiendo por qué se llevan tan bien.
Suspirando de alivio, Klaus recargó de vuelta la espalda en la camilla.
—No entiendo cómo hiciste para traerlo— reconoció—. Me odia más que nunca.
—Te ama— le corrigió Ben con pesar—. Cuando se enteró de lo que te ocurrió, perdió la consciencia unas horas. No podía asimilarlo. Cuando despertó le aclaré las dudas sobre nosotros. Apenas si me escuchó. Lo único que quería era ver que estuvieras bien.
—Al menos mi estupidez sirvió para algo— gimió Klaus, poniendose de vuelta la mascarilla al encontrar complicada su respiración.
Ben le dirigió una mirada mordaz por aquella broma de pésimo gusto.
—Si lo repites, es posible que no cuentes con la misma suerte.
—Lo sé— sonrió Klaus con cansancio. Los párpados le pesaban. Quería ponerse bien pronto para poder abrazar a su encantador chico. Y quizá, besarlo. Pero de momento, necesitaba dormir.
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Quid pro quo.
FanfictionUn intercambio de favores dice más que mil palabras. The Umbrella Academy. [KlausxCinco]