Elevando su brazo derecho y extendiéndolo hacia el frente, Klaus logró silenciar el implacable vocerío del jardín. Dio un paso adelante y sus creyentes se agruparon formando un círculo, tomandose de las manos y efectuando la debida reverencia hacia quien consideraban el moderno mesías.
—Escuchen bien— clamó Klaus, dando un par de palmadas para acaparar la atención de los presentes—. Les tengo una tarea que marcará un antes y un después en su ascensión espiritual. Necesito que enfoquen todas sus energías para un solo objetivo.
Sonrientes y mirando hacia el cielo, los fieles corearon al unísono el nombre de Klaus mientras daban vueltas tomados de las manos.
—Deben concentrarse— les amonestó Klaus para detener la excéntrica alabanza.
Ya no soportaba un solo día más sin tener noticias de Cinco. Si existía la mínima posibilidad de volver a verlo, pondría todo su empeño en ello. Le desgarraba saberle cerca y tenerlo lejos. Si había accedido a hacer el viaje espacio temporal fue solamente por su amado. Si bien era cierto que no le había ido tan mal en ese universo paralelo, su corazón moría cada día un poco más al estar separado de su pequeño aristócrata.
—Tienen que encontrar a mi alma gemela. De eso se trata esta...misión— añadió lo último todo lo serio que le fue posible, ignorando el rostro decepcionado de Ben al oírle proclamar tan mediocre empresa—. Le daré a cada uno de ustedes un dibujo y una descripción detallada— esclareció—. Quien lo encuentre...— suspiró, tenía que ofrecer un incentivo realmente enorme si quería tener éxito—. Quien lo encuentre podrá ocupar mi lugar de mesías.
Un estallido genérico de euforia le devolvió a Klaus el alivio perdido desde lo dicho por el guardia. Entre más personas lo buscaran, podrían cubrir mayor perímetro de la zona. Cada fiel tenía al menos un familiar por sumar a la causa. Así que, si Cinco estaba en alguna parte dentro de la ciudad, lo hallarían tarde que temprano. Solo era cuestión de ser perseverante.
"Espera, mi amor. Te encontraré"
***
El abismal silencio en el apartamento se le antojó por primera vez a Cinco molesto y extemporáneo. Tenía noches con tremebundos dolores de cabeza y apenas había podido salir a hacer las compras. No se sentía con ánimos para nada. Pero al menos ya estaba sobrio y eso, para alguien de su categoría, ya era un gran progreso.
—¿Sabes, Dolores?, me equivoqué. Solo te necesito a ti a mi lado— pronunció a media voz, rellenando por segunda ocasión su taza de porcelana con el café expresso y humeante. Toda un deleite a su sensible paladar para horas tan tempranas—. Estuvimos juntos en el apocalipsis, y lo estaremos ahora.
Sorbió un pequeño trago y se inclinó hacia el maniquí de la silla para depositar un beso casto en sus rígidos labios.
Nada.
No había calor, bochorno, hormigueo o humedad en tan baladí ósculo.
La hemostática y la sensación de adrenalina no estaban presentes en su sistema. Ni esas ansias exorbitantes por querer dejarse llevar a límites insospechados.
Inconscientemente Cinco cerró los ojos, se acarició los labios con un sutil roce de la yema de sus dedos y evocó uno de los tantos besos salvajes, impetuosos y apasionados de Klaus.
¿Por qué no podía revivir la misma emoción con su amada Dolores?
Antes no lo había necesitado para nada. En su anhelo por ayudar a ese idiota había salido muy mal parado. Por su culpa no podía concentrarse en encontrar a sus demás hermanos. Era a causa de Klaus que seguía emocionalmente a la deriva.
ESTÁS LEYENDO
Quid pro quo.
FanfictionUn intercambio de favores dice más que mil palabras. The Umbrella Academy. [KlausxCinco]