LVI

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Se despertó aturullado, mareado y con dolor de cabeza. No cobró consciencia del lugar en que se hallaba hasta que una mano intrusa le pellizcó el brazo.

Cinco tardó varios segundos más en sobreponerse a la difusa bruma mental. Entonces pudo enfocar al responsable del ardor en su brazo. Era Diego. Pero no el Diego adulto que recordaba de las anteriores líneas temporales, sino su hermano adolescente. Estaban sentados frente a la enorme mesa cuadrangular. Imperaba el ruido de cubiertos y, cuando Cinco se apoyó del todo en el respaldar, pudo tener una visión completa del cuadro familiar que tan bien conocía.

Una anodina sensación de deja vu palpitó en su subconsciente.

-Número Cinco- la voz de Reginald se alzó como un trueno en medio de una noche de tormenta. Fuerte, claro, aterrador-. Limpiate el rostro. No es propio de ti quedarte dormido en la mesa. 

Confuso, Cinco se llevó los dedos a la mejilla al experimentar el reciente cosquilleo de una sustancia viscosa. Se trataba del puré de papa de alguna de las varias fuentes sobre el mantel.

Aun trataba de crear una conexión lógica fidedigna que explicara lo que estaba aconteciendo.

Con manos trémulas, se hizo con una de las servilletas y retiró los restos de comida de su rostro. Se había vuelto el centro de atención en la mesa. Cinco aprovechó para repasar a cada uno de sus hermanos.

Allison y Luther sonriendose en armónica complicidad. El molesto de Diego, que por suerte había hecho algo bueno para variar al despertarlo.

Klaus y Ben sosteniendo una, aparentemente interesante, plática por lo bajo.

Y Vanya recluida hasta el extremo opuesto de Reginald. Tímida, huidiza su mirada.

Cinco se mordió la cara interna de las mejillas para no perder el control al recordar parte de lo ocurrido. Su escape. Había eludido una desgracia mediante otro salto.

Klaus...

Apretó los ojos y deseó que Diego lo pellizcara de nuevo, pero solo obtuvo un susurro preocupante cuestionándole si se encontraba bien.

-Perfectamente- respondió Cinco cortante y pragmático para no levantar sospechas.

Sentía un nudo en el estómago, pero se decidió a comer un poco del tazón de espinacas para complacer la estricta percepción de su padrastro.

Acabada la cena todos subieron a trote las escaleras en fila india, siguiendo el orden de su número asignado. Cinco no tuvo mas remedio que privarse de su necesidad de hablar con Klaus o Vanya.

Sabía que Klaus había muerto en otra línea del tiempo. Ahora los recuerdos de ambos estaban perdidos, dispersos, ya que no habían sucedido todavía en el universo actual. Sin embargo, las circunstancias se sucederían del mismo modo. Klaus ya le había confesado antes que había estado enamorado de él desde que eran niños. En ese entonces Cinco no se había percatado, pero ahora que estaba al tanto, sólo debía acercarse para que su conexión se restableciera. Estarían juntos.

Ayudaría también a Vanya, la pondría a buen resguardo del tirano de su padrastro, y así ella no sufriría al grado de perder el dominio de sus poderes ocultos.

Tenía que verlo como otra oportunidad para salvar al mundo. Quizá la última de la que disponía.

**

El lector de ondas cerebrales ajustado a su cabeza como una banda de corredor adicionada con electrodos, le hizo saber a Cinco que todo estaba normal. Pogo estaría en otra de las salas monitoreando y Grace estaría enchufada en el sótano para recargar energía mientras Reginald estaba temporalmente fuera. 

Quid pro quo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora