Poco después de su nacimiento, Reginald le había asignado el número seis como su nombre de pila. A Ben nunca le gustó resaltar por sobre el resto, aunque la particularidad de su poder lo había puesto encima de sus hermanos en algunos casos.
Puede que no gozará de talentos natos como los de Vanya con el manejo del violín, o Diego con el uso de los cuchillos. No era tan inteligente como Cinco, tan simpático como Luther, o famoso como Allison.
En los desafíos solía quedar entre los últimos, y gustaba de mantener el perfil bajo durante las escasas cenas donde la presencia de su cruel padrastro gobernaba.
Desde su infancia Ben se había sentido un tanto incomprendido y salido del molde. Podía ser noble y amable, incluso carismático, pero no gustaba de ir más allá de lo que conocía.
Siempre solitario, callado y recluido.
Y entonces Klaus se acercó a él. Lo notó cuando ninguno de sus hermanos lo hacía.
Mientras el resto lo ignoraba, Klaus estaba allí, preguntándole cómo le había parecido la misión del día, cuál había sido su parte favorita y si no había sentido miedo.
Casi en todas las misiones, Ben había sentido miedo, pero no de los malhechores que debían enfrentar, sino de si mismo, de aquel poder tan violento que era capaz de descuartizar personas en apenas unos segundos.
Junto a Klaus, Ben había tenido una infancia medianamente aceptable. Se sentía más seguro consigo mismo y más completo.
En el primer mundo, ambos habían sido tan inseparables que, incluso tras la muerte de Ben, Klaus se las había ingeniado para llamarlo y mantenerlo a su lado como a su guía espiritual. Así de solo y vacío se había sentido Klaus después de su muerte.
En el universo paralelo actual, reencontrarse con Klaus supuso un enorme alivio para Ben. Tanto y más cuando Klaus volvía a necesitarlo para todo.
Habían sido unos fabulosos tres años de compañía mutua. Sólo ellos dos, los fieles de Klaus, y la perpetua sombra que había proyectado el recuerdo de número Cinco...
Pesaroso, Ben detuvo lo que pretendía ser un suave llamado con los nudillos a la puerta del dormitorio de Klaus. Abandonó la idea tan pronto reconoció los jadeos ahogados provenientes del interior del inmueble.
"¿A quien engaño?"
Había querido despedirse adecuadamente, pero el poco y pisoteado orgullo que le quedaba volvía a sufrir otro desplante más para la colección de cicatrices internas.
¿Cuantas mañanas de masoquismo podría soportar en su estado actual?
Había prometido ayudar a Klaus para organizarle una cita con Cinco esa misma noche, pero ya no podía seguir con la farsa de pretender estar y sentirse bien cuando en el fondo le lastimaba ver a ese par juntos.
Quería odiar a Cinco para que su dolor estuviera dividido entre dos sentimientos, pero extrañamente no podía. Y a Klaus era imposible detestarlo porque seguía amandolo con todas sus fuerzas.
Klaus siempre estaba ahí para él. Lo estuvo aún después de su muerte, cuando todos lo habían olvidado para rehacer sus vidas.
"Es mejor así"
Suspiró casi agónico al retroceder del marco de la puerta para aferrar la pequeña valija con sus pertenencias.
Necesitaba salir de la ciudad. Tal vez recorrer algunas zonas campestres antes de decidir en donde instalarse, si es que le era posible.
Lo cierto es que no podía estar un solo día más en la mansión. Esa enorme casona que había considerado un hogar los últimos tres años.
En donde estuviera y a donde mirara, allí estaban ellos dos, mirándose el uno al otro con disimulo, rozandose los dedos. Y aunque Cinco se ufanaba todo el tiempo en mantener su fría y regia pose impersonal, Ben también había notado el sobresaliente cambio que el (Ahora) adolescente presentaba. Cinco se veía más humano que nunca, como si su holgada existencia tuviera un fin más sólido que el mero hecho de probar ser mejor ante los demás. Sus rasgos se habían suavizado un poco, su mirada soberbia se mostraba ahora más cristalina, y ya no parecía estar todo el día de mal humor, sino todo lo contrario. Había adoración oculta en su mirada. Porque, al igual que Klaus, estaba enamorado.
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Quid pro quo.
FanfictionUn intercambio de favores dice más que mil palabras. The Umbrella Academy. [KlausxCinco]