Dos guardias altos y rollizos le habían conducido a tráves de un interminable pasillo hasta una habitación pequeña con paredes de un blanco impoluto.
Dentro del humilde cuarto había apenas una sencilla mesa y dos sillas de madera laqueada. Klaus inspiró profundo al sentarse. Encima de los barrotes de la puerta había una especie de mirilla y una ventanita corrediza de metal para que los guardias pudieran cumplir al cien su labor de vígias.
Aparentemente nada era privado. Ni aún después del nada despreciable soborno del que había tenido que valerse Klaus para entrar sin previa cita.
Al menos estaba dentro, que era lo importante.
En menos de tres minutos, uno de los rollizos hombres uniformados condujo a Diego hasta la mesa.
Por primera vez en su vida Klaus olvidó cómo se formaba una sonrisa, asi fuera falsa. Nada más ver el estado actual de su hermano, se había quedado estupefacto.
Diego tenía un aspecto bastante descuidado. Con el cabello crespo rozandole los hombros y la barba sin afeitar. Presentaba además unas prominentes ojeras y el uniforme blanco a juego con la camisa de fuerza obligatoria en la hora de visita no ayudaba mucho a mejorar su desaliñada imagen.
-Oh, ahora tú- comentó Diego sarcastico, sin ocultar un retintín de desprecio en el tono.
Jugueteando con los dedos, Klaus se inclinó un poco sobre la mesa.
-¿Qué fue lo que te pasó?
Pese a que intentó sonar comprensivo, Diego lo veía con los ojos como dos rendijas de fuego. Tenía la mandíbula tensa y los músculos del cuello se le marcaban a causa del enojo.
-Dile al niñato sabelotodo...no, perdón, al muchacho con complejo de superioridad, que no pienso ayudarle un carajo. Y tú, Klaus, deja de ser su marioneta y consíguete una vida.
Tenso, Klaus sacudió la cabeza para negar.
-Cinco no me envió, Diego- afirmó, viendo de soslayo hacia la mirilla antes de volverse de prisa-. Lamento que terminaras aquí, pero vine a sacarte.
-¿Lo lamentas?- se jactó Diego acompañando la pregunta con una risa desdeñosa-. Tuvieron que pasar más de tres años para que decidieras buscarme y ¿Para qué?...no soy estúpido, Klaus. Cinco vino hace algunas semanas a querer "liberarme" con la única condición de ayudarle a detener el apocalipsis siendo que fue él quien me metió en este embrollo en primer lugar. Él y sus estúpidos viajecitos en el tiempo.
Agobiado por las verídicas acusaciones, Klaus retrocedió en su lugar.
-Cinco no tenía idea de lo que podría pasarnos- lo defendió-. Él solamente nos trajo aquí.
-Exacto- señaló Diego con el ceño fruncido-. El nerd imbécil no tenía ni idea de a donde nos estaba llevando y tampoco le importó.
Sintiendo perder cada vez más la paciencia, Klaus se cruzó de brazos.
-Te equivocas, Diego- lo desacreditó-. Desde que llegamos aquí, Cinco ha intentado reunirnos y no paró de buscarnos por todo el maldito condado. Es cierto que demoró unos años, pero dio con cuatro de nosotros.
-¿Ah, si?- ironizó Diego con la ceja erguida-. ¿Y donde estan los otros?
Alicaído y dejando caer los hombros, Klaus se vio forzado a responder.
-Ben se fue. Allison se negó a reunirse con nosotros, y bueno, tu estás aquí.
-Asi que Ben se fue. Lo que significa que está vivo- se interesó Diego en el tema-. Momento. Si tu estas con Cinco, ¿Significa que ahora viven juntos?, ¿Te estas follando a tu hermanito mientras yo estuve todo el tiempo pudriendome aquí?
Con semblante pálido, Klaus volvió a negar. Apenas si reconocía a Diego en medio de su discurso cargado de odio y señalamientos.
Que si, se habían olvidado de él y Cinco había tomado una desición muy extremista cuando no pudo llegar a un acuerdo, pero oír todos aquellos espantosos reclamos no le estaba sentando nada bien a Klaus. Sobretodo al hallarse atrapado en una crisis en su relación.
-Amo a Cinco. Somos pareja y no tiene nada que ver contigo- replicó en voz baja-. Ahora escuchame bien, marginado- insultó con la barbilla en alto-. O vienes conmigo o te quedas encerrado el resto de tu vida como una cucaracha. Tú eliges.
Sorprendido por el cambio de actitud ofensivo, Diego estiró los labios para formar media sonrisa lánguida, pero retuvo los insultos al descubrirse atentamente observado por el guardia.
-Los odio- escupió, viendo que no le quedaba alternativa.
***Conmocionado, Cinco dejó la tiza en el bordillo de la pizarra y se mesó el cabello mientras repasaba por décima octava vez su breve y peyorativa conversación con Klaus el día anterior.
Se había pasado esta vez, y estaba consciente de eso, pero le resultaba demasiado complicado lidiar consigo mismo ahora. No había querido aceptar la ayuda que Klaus le ofrecía porque ni siquiera veía de qué manera podía ser ayudado.
Elliott estaba muerto por su culpa. Bien, ya estaba.
¿Debía seguir con su vida así como así?
¿Dejar el suceso traumatico atrás y hacer de cuenta que todo estaba bien?
Debido a la amargura y la culpa había obviado demasiados detalles en la muerte de Elliott. Había pasado por alto todo y simplemente se enclaustró creyendo que el mal trago pasaría. Pero bien podían transcurrir meses y Cinco estaba convencido de que se sentiría igual de mal.
Además, si le había fallado a Elliot, ¿Qué podían esperar sus hermanos de él?
Mejor aun. El mundo entero.
No había podido proteger a Elliott aún cuando este lo rescató y lo acogió como si fuera su hijo.
De no haberse inmiscuido en la vida de Elliott, era seguro que este seguiría vivo.
La tensión de los hechos le oprimía el pecho, le enervaba los nervios hasta casi hacerle colapsar.
Aun si se refugiaba en el sueño, las pesadillas no tardaban en asediarlo, y Klaus también figuraba en aquellas oscuras imágenes mentales.
Lo estaba arriesgando al quedarse a su lado.
Klaus no era tan fuerte como el resto de sus hermanos. No estaba a la altura de la situación y no podría defenderse llegado el momento.
Pensativo, Cinco miró por la ventana de la recámara. Hacía una hora que Klaus había dejado la mansión. No tenía idea de a donde iría o qué pretendía hacer. Por un momento había experimentado un poderoso deseo de seguirlo. Sin embargo, debía ocuparse de otros asuntos de mayor relevancia.
Había que esclarecer la muerte de Elliott para poder dar con el asesino.
***
La fachada de la residencia de Elliott aún portaba la cintilla amarilla de la policía. No obstante, en un abrir y cerrar de ojos Cinco se teletransportó dentro del caserón para inspeccionar.
Previamente se había teletransportado a la morgue para leer el informe del forense que explicaba un supuesto accidente en el que Elliott había caído por las escaleras y, en consecuencia, se había roto el cuello. Su cuerpo había presentado una dislocación de la columna en la articulación atlanto occipital.
Era inverosímil que Elliott cayera por el barandal, a no ser que hubiera una amenaza dentro de su domicilio.
Una o varias personas habían estado presentes. La pregunta era ¿Cómo saberlo?
Despacio, Cinco hizo uso de su poder para trasladarse a una y otra esquina del salón principal. Fogonazos de energía azul se abrían aquí y allá a medida que revisaba el sitio.
Finalmente se teletransportó a la planta baja, justo frente a la puerta de entrada. Ahí en la parte superior había una diminuta cámara de circuito cerrado camuflada con el marco que había pasado desapercibida para la policía.
Ansioso, Cinco acercó una de las sillas del comedor para hacerse con ella.
Quienquiera que haya asesinado a Elliott iba a pagárselas y a un costo muy, pero muy caro.

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Quid pro quo.
FanfictionUn intercambio de favores dice más que mil palabras. The Umbrella Academy. [KlausxCinco]