Con gran precaución, Cinco se teletransportó exitosamente dentro de la cámara insonorizada de titanio donde yacía Vanya encerrada. Ella estaba sentada en un rincón del reducido espacio. Tenía las rodillas abrazadas y sollozaba silenciosamente.
-Vanya. Estoy aquí- avanzó cauto hacia ella y le tocó el hombro con suavidad.
Vanya levantó su mirada acuosa. Tenía los párpados hinchados de tanto llorar.
-¿Cómo entraste?- su llanto cesó poco a poco-. ¿Por qué estas aquí?
Cinco se percató rápidamente de que Vanya se ponía a la defensiva, seguramente creyendo que Reginald lo había enviado para empeorar aun más su castigo. Con el anciano nunca se sabía.
Con una inspiración profunda, Cinco se arrodilló junto a su hermana. Quería consolarla de alguna manera, pero le resultaba discordante ser afectuoso con ella. La quería, pero le costaba salir de su propio molde hermético en el que se había sumergido con el pasar de los años. Uno al que solo Klaus podía acceder fácilmente.
-Mira. He estado observando a papá y encontré esto- despacio, extrajo un botecito de píldoras de su bolsillo-. Mandé una muestra para que la analizarán en un laboratorio.
-Es mi medicina- soltó Vanya, parpadeando.
Cinco negó con suavidad.
-Es difícil de explicar- relató-. Pero se trata de un tipo de sedante que bloquea el flujo axoplásmico retrógrado. Entorpece el sistema nervioso central y...- suspiró ante la mirada confusa de su hermana-. Tu tienes poderes, Vanya. Y unos muy fuertes. Ni siquiera tú conoces la magnitud de ellos. No puedes controlarlos y por ello Reginald decidió incapacitar tu energía.
-Eso es imposible. Papá dijo que no tenía poderes. Que soy normal.
Patidifusa, Vanya se miró las manos al derecho y al revés, como si tratara de encontrar alguna anomalía en ellas que corroborara lo dicho por su hermano.
-En realidad no se que es peor- añadió Cinco en actitud reflexiva-. Hay demasiadas cosas que no puedo decirte, porque no las entenderías. Pero quiero que tengas libre albedrío. Creciste sintiéndote desplazada de nosotros. Creyéndote diferente y nada especial. Acumulaste todos estos sentimientos negativos y después estallaste y perdiste el control. No podemos arriesgarnos a que ocurra de nuevo.
-¿Por qué hablas del futuro como si fuera el pasado?- se extrañó Vanya luego de meditarlo un poco.
-Porque todo lo que te dije ya ocurrió- respondió Cinco, guardándose el frasco en el pantalón-. Mi consejo para ti es este...no te tomes las pastillas. Finge que lo haces, pero escupelas cuando nadie te vea....Y Vanya- agregó acercándose para estrecharla en un firme abrazo.
Jamás lo había hecho antes, pero su enamoramiento hacia Klaus lo había vuelto más vulnerable en muchos sentidos.
-Eres muy importante para todos nosotros. Nunca dudes de ello.
Estupefacta, Vanya asintió. Se secó la humedad de los ojos con la manga del saco y vio a Cinco desaparecer en una línea difusa de luz azul.
**
Por primera vez en mucho tiempo era Ben quien encabezaba la conservación desde hacía buen rato.
Estaba relatando una anécdota sobre el entrenamiento matutino. Pero Klaus apenas si podía prestar atención. Se sentía ansioso y no paraba de mirar el reloj de pared cada tantos minutos.
-¿Entonces qué dices?
Klaus pestañeó cuando Ben se giró a mirarlo, a la espera de una respuesta que no comprendía.
-Yo...ah...
-Lo sabía- refunfuñó Ben, dando un golpe seco en el colchón-. De nuevo no me estas poniendo atención.
-Lo siento.
-¿Qué te ocurre?...llevas días actuando muy raro.
Klaus se encogió de hombros y fue a tomar un cigarrillo de la cómoda.
-Las pesadillas. Ya sabes. Es el cuento de todos los días.
-¿Vas a salir?- Ben entrecerró los ojos con sospecha al notar que Klaus tensaba un poco los hombros.
-Tengo apetito. Creo que iré a ver que preparó mamá.
-Klaus...
Klaus cedió con el intento de encender el cigarrillo. Las manos le temblaban tanto que no conseguía acercar la llama a la punta del cilindro.
-¿Si?
-¿Quieres que te acompañe?- se ofreció Ben, conociendo de antemano la respuesta.
-No hace falta. Solo...necesito dar una vuelta por los jardines después de comer algo.
Nervioso, Klaus salió del cuarto y tuvo que seguir su pantomima de bajar las escaleras y tomar un bocadillo del cesto sobre la mesa. Después subió con cuidado y fue a la habitación de Cinco.
La puerta siempre estaba abierta para él. Cuando entró, lo encontró sentado al borde de la cama. Su expresión serena y la mirada azul distante.
El corazón de Klaus empezó a acelerarse progresivamente.
-Cinco- cerró la puerta con seguro y tomó asiento a su lado.
Sabía que estaba haciendo mal las cosas, pero no podía evitarlo. No sabía cómo.
Había estado saliendo con Ben y juntos llevaban una relación secreta, estable y agradable. Todo había ido de maravilla entre ellos hasta que Cinco empezó a buscarlo y a tentarlo con aquellos ofrecimientos sexuales que desembocaron en algo mucho más fuerte.
-Klaus- Cinco se permitió media sonrisa antes de que los exigentes labios de su hermanastro adolescente lo atacarán sin piedad, hasta que ambos cayeron recostados en la cama.
-No sabes cuanto te deseo- dijo Klaus al apartarse del beso para proceder al ritual de desvestir a Cinco, quien se dejó hacer.
Quería ser un poco optimista para variar. Quizá el fin del mundo no tendría lugar en ese pasado. Además Klaus estaba vivo y seguían juntos.
Era más de lo que podía esperar.
Y sin embargo, muy en el fondo, Cinco seguía sintiéndose desdichado.
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Quid pro quo.
FanfictionUn intercambio de favores dice más que mil palabras. The Umbrella Academy. [KlausxCinco]