LV

43 5 3
                                    

Helaba. Klaus podía ver claramente como su aliento se convertía en vapor al salir de su boca. Hacía varios minutos que Ben había entrado al conservatorio y empezaba a ponerse nervioso, mucho más cuando Diego comenzó a caminar en línea recta por el callejón.

-Tengo un mal presentimiento sobre esto- murmuró Klaus, bajando el maletín un instante-. Es que es...me hace doler la cabeza.

Diego dejó de andar de un lado al otro para plantarse delante de Klaus.

-¿Por qué lo dices?, tenemos poderes, fuimos adoptados por un ricachón que nunca nos quiso, hemos hecho dos saltos en el tiempo, vivido en dos realidades diferentes con personas diferentes para supuestamente evitar el apocalipsis que, si mal no recuerdo, Cinco nunca nos explicó a qué se debía. A eso le sumamos el secuestro de nuestro hermano y todos los líos en los que nos hemos metido.

-Si, si, ya entendí- se quejó Klaus, levemente irritado-. Me refería a que desde que Cinco mencionó lo del apocalipsis, había creído que lo mejor era dejar que ocurriera. He sido un cerdo egoísta todo el tiempo porque mi vida era un completo caos y no me importaba si el mundo terminaba de un día para otro y todos morían, porque no tenía nada. Pero ahora lo tengo a él y no quiero que pase. Y me siento mal por las personas y por este mundo, pero solo no quiero que ocurra el apocalipsis porque entonces no estaría nunca más con Cinco. Aunque ahora mismo no está y lo extraño y tengo miedo de que algo malo le pase.

-Klaus- exhaló Diego, tocándole el hombro-. Mejor no pensemos tanto hasta no estar todos.

Desanimado y al borde de las lágrimas, Klaus asintió.

Todo fue silencio la siguiente hora. Hasta que finalmente se vio movimiento a un costado de la estructura. La gente salía del conservatorio y eso significaba que el concierto había terminado.

En menos de diez minutos Ben salió y tras él, una confundida Vanya.

-Chicos- saludó ella con cierta timidez. Llevaba un formal traje oscuro de tres piezas, su violín bajo el brazo y se le veía cansada.

Diego suspiró y se frotó las manos.

-Por fin estas aquí- exclamó en tono de reclamo-. Siento que no podamos ponernos al día con insignificancias así que iré al grano. Vinimos de otra realidad, secuestraron a número Cinco y necesitamos de tu ayuda para encontrarlo.

Vanya parpadeó varias veces, mirando a uno y otro, azorada por el cúmulo de incognoscible información.

-¿Qué quieren que haga?- se volvió a ver a Klaus, quien le dirigió una larga mirada de súplica.

-¿Sabes como funciona este maletín?- apuntó al objeto, pero Vanya negó enseguida.

Klaus no se dio por vencido. Se rascó el mentón y trató de recordar algo de relevancia.

-Cinco tenía un libro...- empezó, pero fue interrumpido por Diego.

-Oh si, ya lo creo. Una biblioteca entera, ¿Y qué con eso?

Klaus lo miró con reproche.

-No, no. En el armario de Cinco había un libro escrito por Vanya.

-¿Yo?- Vanya se señaló, visiblemente contrariada.

-Si- Klaus se lo pensó mejor-. Vanya Hargreeves. No recuerdo bien el título, pero creo que tenía tu foto.

-Si que es de ayuda- ironizó Diego, dando un aplauso en seco. Ben negó molesto por la interrupción.

-Déjalo hablar, ¿Quieres?

Klaus no hizo caso de ellos. Siguió observando a Vanya.

-Ex...- deletreó-. Extraña...no, no. ¡Extraordinaria!

Vanya abrió mucho los ojos al ser invadida por un oscuro recuerdo activado tras oír aquella palabra.  Alarmada, retrocedió un paso.

-No puede ser- jadeó sintiéndose repentinamente sofocada-. Yo no he escrito ningún libro.

-Aquí no, pero en otra realidad si- insistió Klaus, acercándose para sujetarla de los brazos-. Por favor, Vanya. Cinco tenía guardado tu libro por alguna razón.

-Si- sonrió Diego con todo el afán de fastidiar-. Quizá estaba secretamente enamorado de ella. Por eso encerraba el libro.

"Extraordinaria. Secreto. Encierro"

Vanya luchó por aplacar las terribles emociones que tales palabras le ocasionaban.

-¿Vanya?- Klaus la soltó al notar que ella se sujetaba la cabeza. Ben también se acercó. Entonces Vanya abrió los ojos. Sus pupilas antaño oscuras se habían vuelto de un brillante blanco pálido que también se extendió por su cuerpo.

De pronto Vanya despedía un aura diferente. Fría y adusta.

-Algo esta mal- externó Diego con la guardia en alto.

Vanya parecía una muñeca autómata, totalmente fuera de sí, ausente a ellos, perdida. Hasta que apoyó el violín entre su hombro y el mentón.

-¡Aléjense de ella!- el grito provino a escasos dos metros al fondo del callejón. Y Klaus sintió un enorme regocijo al reconocer a quien pertenecía la voz.

-¡Cinco!- por un segundo se olvidó de todo. De donde y con quién estaba. Quiso correr para abrazarlo, para besarlo y preguntarle si estaba bien. Pero entonces algo le cortó el cuello en limpio. Klaus apenas si sintió un destello de dolor atreviéndole la garganta como una silenciosa cuchilla. De pronto no podía hablar, no podía gritar y se ahogaba con su propia sangre que manaba a borbotones de la herida.

Los ojos azules de Cinco se explayaron en espanto. Ni siquiera pudo hacer su teletransportación a tiempo.

El cuerpo de Klaus se sacudió apenas unos segundos en el pavimento antes de quedar inerte del todo.

Fuertemente sobrecogido, Cinco se tambaleó. Contuvo el aliento, apretó los párpados y se teletransportó hasta Vanya para contenerla en un abrazo. No podía ceder a sus emociones ahora o todo estaría perdido.

-No lo hagas- gimoteó, sintiendo la energía manando de ella con furia ciega-.  ¡Vanya!

Antes de ser repelido por una brillante onda expansiva, Cinco tomó la mano de Vanya y usó el último excedente de su poder para teletransportarlos a ambos.

Por largos segundos, todo quedó oscuro.

Quid pro quo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora