*Capítulo 23*

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Obstinadamente me oculté en mi habitación. Al momento que tomé la decisión de quedarme, supe que no iba a ser fácil. Iba a molestar a Malik. Esa era la idea. Que sepa que no puede tratarme como me trató ese día en la sala de música y salirse con la suya. No iba a permitir que nadie me controle de esa forma.

Fue una decisión guiada por la rabia y hasta ahora me había sentido segura de hacerlo. Pero en este momento sabía que Ullah debía estar abajo comunicándole a Malik mi decisión y tuve que dejar mi champagne a un lado mientras miraba la puerta con expectativa nerviosa. En cualquier momento, esperaba escuchar que Malik venía por el pasillo a buscarme, aunque no tenía ninguna intención de permitir que me llevara.

No me equivoqué.

Sus pasos eran rápidos, decisivos e imposibles de confundir. Me tensioné cuando se detuvo delante de mi puerta, y sonreí al ver que giraba el picaporte ¿creía que era tonta? por supuesto que la puerta estaba bien cerrada.

Ullah cobardemente se negó a estar aquí cuando, según sus palabras «estallara el infierno», así que estaba sola. Tenía la espalda bien derecha y las palmas de las manos mojadas. Me había levantado del sofá porque estaba muy nerviosa como para quedarme sentada, y aunque él no podía verme había adoptado una pose con los puños a los costados sobre mis caderas para sentirme firme, valiente, frente a la puerta.

—Isabella, abre la puerta—su voz denotaba su profunda irritación.

—¡Dije que no voy a ir! —contesté con determinación.

Y luego de eso.

Silencio.

Me acerqué lentamente a la puerta para comprobar si seguía ahí. Y lo estaba. Su sombra se reflejaba debajo de la puerta. No sé si estaba planeando rendirse o cómo sería mi muerte, pero el silencio comenzó a ponerme ansiosa.

Antes de que pudiera pensar más en el asunto, el panel tembló cuando algo golpeó contra él. El ruido me hizo temblar.

Ya no estaba segura si hacerlo enojar había sido una buena idea. Aunque seguramente no podría tumbar la puerta...¿o si?

—Isabella, voy a darte una última oportunidad—su voz era implacable—. Abre la puerta.

Lo pensé por un momento. ¿Sería mejor abrir y hablar con él o vivir en la habitación hasta que se le pase el enojo?

—¡Que abras la puerta! —el panel volvió a temblar y yo igual.

—¡Está bien, ya voy!

Me dirigí rápidamente a la puerta, giré la llave de la cerradura y la abrí. Malik se encontraba al lado opuesto con las manos en la cadera, deslumbrantemente atractivo con un traje a la medida y el entrecejo fruncido.

Yo también lo miré arisca, porque al menos tenía que seguir viéndome determinada a no ir a ese baile. Pero él pasó junto a mí sin decir nada y yo cerré la puerta.

Me enfurecía la idea de su triunfo en esta batalla. Y esa furia se intensificó cuando me volví y lo vi sacando uno de los vestidos nuevos.

—¡No! ¡Ni lo pienses! ¡No voy a ir a ese baile!

—Oh, claro que irás.

Tiró el vestido sobre la cama y lo señaló mientras me dirigía una mirada pétrea.

—Vas a ponerte ese vestido ahora o te juro que te desnudo aquí y te lo pondré yo mismo.

—¡Ja! —bufé, incrédula, mientras me cruzaba de brazos, desafiante—. No te atreverías.

—Pruébame.

No movió ni un músculo al decirme eso, y se quedó esperando a que yo obedeciera.

Pero no me moví. Orgullosa, que quedé tan quieta como él.

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