*Capítulo 31*

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El desayuno fue incómodo, como siempre que Hamid y Malik se juntaban en un mismo espacio. Los tres estábamos en la mesa y Hamid miraba a Malik intrigado.

—¿Por qué mi padre te envió de nuevo? —le preguntó Hamid, con un tono que claramente no era de curiosidad, sino de bronca.

—No fue mi padre. Tengo trabajo que hacer aquí—respondió Malik con aire indiferente.

—Ah, ¿sí?... ¿y qué clase de trabajo? Si se puede saber— continuó Hamid mientras bebía un sorbo de su vino.

Esta vez Malik lo miró con dureza antes de responder y Hamid sostuvo esa mirada con aplomo.

—Uno que no te incumbe.

—Es que me parece extraño que estando recién comprometido no estés cumpliendo con tus labores de novio.

—La comida está deliciosa, ¿no creen? —dije para interferir, ya que lo se veía venir no parecía bueno.

Ambos me miraron, pero sólo Malik sonrió y siguió el juego.

—Sí, lo está. Muy deliciosa—su respuesta fue casi íntima mientras su mirada estaba fija en mí. Pese a que no había dicho nada fuera de lo común, comprendí que este secreto entre los dos, nos daba una complicidad y una intimidad única.

«Soy su amante» mientras más lo pensaba, más irreal me parecía. Nunca creí estar envuelta en una situación así, ni similar.

Si bien no consideraba a Hamid un esposo como tal, lo seguía siendo ante los ojos de todos; mientras que Malik, estaba a poco tiempo de contraer matrimonio con la princesa de Inglaterra. Lo que estábamos haciendo estaba mal en todos los sentidos, y aun así, no quería detenerlo.

Le devolví la sonrisa de forma discreta, pero agaché la mirada antes de revelar más de lo que quería.

Hamid quiso decir algo, pero entonces le timbró el móvil y tuvo que contestar. No sé de qué trataba la llamada, pero no quiso que lo escucháramos y prefirió irse a la sala continua para seguir con su llamada.

Estando solos con Malik, me incliné un poco sobre la mesa y le hablé en voz baja para que los sirvientes no nos oyeran:

—Estaba pensando, que ya que estás aquí, podíamos retomar las clases de conducir moto. Y así también...tendríamos un momento para nosotros.

Él me miró con ojos centelleantes y esbozó una leve sonrisa.

—Sirena, ya veo que eres menos inocente de lo que pareces.

Me mordí los labios un poco avergonzada y traté de no sonrojarme. Después de todo, no estaba acostumbrada a ser directa en estos temas, mucho menos ser quien los propone.

—Lastimosamente hoy no puedo—dijo Malik—. Realmente tengo trabajo que hacer.

Su respuesta se sintió como un rechazo y me sentí extraña. Si bien no era común que yo le propusiera algo a un hombre, tampoco estaba acostumbrada a que me rechacen de ninguna forma. Entonces me di cuenta que era Malik quien ponía las reglas del juego y que yo solo debía obedecerlas.

No estaba segura de que eso me gustara.

No dije nada y terminé de comer lo poco que me faltaba. Al terminar, los sirvientes nos retiraron los platos y los llevaron a la cocina. Yo me levanté enseguida para irme. La verdad es que estaba un poco irritada.

Pero antes de salir, Malik me tomó del brazo, giré y me besó.

Fue un beso corto, pero intenso como siempre. Luego me miró a los ojos de cerca.

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