*Isabella*
—¡Princesa, mire esto! —exclamó Amira mientras observaba su obra. Hace unos días que había empezado a practicar pintura en óleo y se emocionaba cada vez que notaba su avance.
Me acerqué y miré su pintura. En realidad, era buena.
—Tienes talento—le dije y ella amplió su sonrisa.
Las demás chicas también se acercaron a admirar su trabajo finalizado y a felicitarla.
De las veinticinco mujeres concubinas del rey que habían escapado, doce decidieron aceptar mi propuesta de venir a vivir a Isabil, las otras chicas me agradecieron, pero decidieron que estaban mejor con sus familias. De todos modos, les repetí que estaba dispuesta a ayudarlas cuando lo necesiten. Estaban todas muy animadas con todo lo nuevo que aprendían en el palacio. Le dimos un edificio donde vivir y pase libre para venir e ir del palacio cuando quieran.
Por supuesto, varias veces encontraba a Daniel coqueteando con alguna de ellas y me tocaba espantarlo.
Resultaba agradable tener amigas no nobles alrededor, aunque de vez en cuando mi amiga, la princesa Susi, también venía de visita, pero ella era distinta. Además, me mantenía al día con los chismes de la nobleza, pero principalmente con todo lo que estaba sucediendo en Pakestania.
Habían pasado tres meses desde que salí de ahí y llegué a mi hogar. Se sentía tan bien estar de vuelta y tanto mi madre y Daniel lloraron y me abrazaron como si hubiera vuelto a la vida; lo cual era casi cierto para ellos pues creyeron por mucho tiempo que en realidad lo estaba. Pero lo más caótico empezó después, cuando mi padre anunció a la nación de Isabil y al mundo entero que estaba viva y que había sido secuestrada por el mismo rey de Pakestania.
Por si fuera poco, con todo lo que Pakestania estaba sufriendo después de la revelación que Malik había organizado en la boda, a eso se le sumaba el escándalo de mi historia lo cual convirtió a Pakestania en el foco central de las noticias en el mundo por un largo tiempo. Fue Malik quien tuvo que dar la cara y responder a todas las preguntas. Me molestaba que tuviera que pasar por todo eso por culpa de su padre, por otro lado, esas veces que aparecía en las noticias era el único momento en que podía volver a verlo. En ocasiones encendía el televisor y ahí estaba él, hablando detrás de un podio mientras respondía las preguntas de los periodistas. Y de algo que no me perdí por nada, fue el momento de su coronación.
Me traía cierta nostalgia verlo, siendo lo único bueno que pasó en Pakestania. Cómo me iba costar olvidarlo. Todavía se me oprimía el pecho cuando recordaba los momentos que pasamos juntos en la casa de la playa.
—Chicas, ya es hora. Vayan a cambiarse—dijo mi mamá, abriendo la puerta del salón de pintura. Aún estábamos admirando la obra de Amira cuando entró.
Luego de que todas nos alistáramos, bajamos al jardín del Palacio. Ese día mi madre había organizado una reunión con absolutamente toda la familia. Estaban ahí mis abuelos, mis tíos, mis primos, amigos de mis padres y mis amigas; todos celebrando el cumpleaños de mi padre. Mi mamá se había pasado todo el día anterior en la cocina preparando los más deliciosos bocadillos, con Daniel y yo de ayudantes.
Era un día alegre, con un cielo despejado y que prometía mucho.
Mi padre no se aguantó y ya había hecho un hueco en el plástico de algunos bocadillos para robarse algunos.
—Te vas a poner muy gordo—lo acusé.
—Para algo hago ejercicio—me respondió risueño, con un bocadillo en la boca.
Más tarde todos nos sentamos en una larga mesa para recibir la comida. Los meseros estaban colocando los plantos cuando, de pronto, del palacio apareció el mayordomo y se acercó a mi padre.
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BASTARDA
Storie d'amoreIsabella es una mujer rebelde y más lista de lo que los hombres creen bajo esa fachada de princesa encantadora. Los hombres son aburridos para ella y está segura que está mejor sola, pero las vueltas del destino la obligan a enfrentarse a una decisi...